Con motivo del inicio del curso escolar, COCEMFE Navarra (Federación de asociaciones de personas con discapacidad física y orgánica) hace hincapié en la necesidad de garantizar una educación inclusiva que permita al alumnado con discapacidad desarrollar su potencial en igualdad de condiciones que el resto, lo que pasaría por reforzar los recursos humanos y materiales en los diferentes centros y por la incorporación de nuevos perfiles como enfermería escolar, asistencia personal o terapia ocupacional.
Este curso escolar arranca con 3.491 estudiantes con discapacidad y necesidades educativas especiales, es decir, que necesitan determinadas atenciones educativas específicas, y casi el 90% estudiará en centros ordinarios con diferentes apoyos.
“Los centros y sus profesionales necesitan la formación, los recursos y las metodologías idóneas para poder ofrecer los apoyos más adecuados para su alumnado, más aún para quienes tienen necesidades educativas especiales”, explica Alicia Checa, terapeuta ocupacional de COCEMFE Navarra, quien apuesta por potenciar la comunicación entre la comunidad educativa y las familias.
Un trabajo que debe salir fuera de las propias aulas, haciendo inclusivas y accesibles todas esas actividades lúdicas o extraescolares “tan importantes para crear redes sociales”.
“Para una verdadera educación inclusiva se tienen que cubrir las necesidades de este alumnado, darles los apoyos necesarios para que se desarrollen plenamente”, coinciden desde ANPHEB (Asociación Navarra de Espina Bífida e Hidrocefalia) y la asociación Hiru Hamabi (daño cerebral adquirido en menores).
Una asociación que destaca que “aunque en Primaria los recursos más o menos funcionan, las familias tienen que estar todos los años detrás de ellos. Se siguen dando casos donde la familia forzada por la situación de pocos recursos tienen que cambiarse a un centro donde les faciliten esas herramientas o incluso encaminarse hacia una educación especial”.
COCEMFE Navarra también recuerda algunas “asignaturas pendientes” como la incorporación a los centros escolares de nuevos perfiles como profesionales de la enfermería, la terapia ocupacional o la asistencia personal. En este sentido, Checa recuerda el papel de la terapia ocupacional para “dar respuesta a las necesidades del alumnado adaptando su entorno y fomentando su participación y autonomía”, además de poner en valor la figura de la asistencia personal. “Si un estudiante tiene asistencia personal y necesita apoyos dentro del aula apostamos por que pueda entrar en el centro como persona de apoyo de referencia”.
Asimismo, COCEMFE apuesta por reforzar la enfermería escolar en los colegios para atender a aquellos estudiantes con enfermedades crónicas que sigan un tratamiento o que en algún momento puedan necesitar de un apoyo puntual, evitando de esta forma que la responsabilidad caiga sobre el profesorado o que tengan que depender de sus familiares.
Es el caso del alumnado con Fibrosis Quística o con diabetes, quienes “tienen el derecho a recibir una educación con las mismas garantías de seguridad que sus compañeros y compañeras. No pueden ser discriminados y no poder acudir al comedor, a las excursiones y campamentos por no contar con alguien que les pinche la insulina, por ejemplo”, explica Juantxo Remón, presidente de la Asociación Navarra de Diabetes ANADI.
Otra asignatura pendiente es la continuidad en periodos no lectivos de las terapias que Educación ofrece al alumnado con discapacidad.
“Llegan vacaciones o puentes y se acaban los tratamientos. Llevamos años solicitando que durante los meses de verano se continúen con estas terapias a las que tenemos derecho, pero sigue sin resolver por tratarse de un recurso de Educación supeditado al calendario escolar. Al menos en ese periodo ese recurso debería depender de Salud, pero nos dicen que están saturados y no pueden dar respuesta. El resultado, tres meses sin logopedia, estimulación o fisioterapia y un paso atrás para estos niños y niñas con discapacidad”, recuerda Yolanda Fonseca, presidenta de la asociación Hiru Hamabi.
Además subraya que “al final las familias tenemos que buscar los recursos de forma privada, insostenible para quieres necesitan más”.
Un “embudo” en secundaria y universidad
Unos esfuerzos por lograr una educación inclusiva que tienen que continuar una vez termina la primaria, añade COCEMFE Navarra, quien alerta del “cuello de botella o embudo” que supone Secundaria para estos estudiantes, etapa en la que los recursos disminuyen.
“Conforme avanzamos en el sistema educativo nos vamos dejando a estudiantes con discapacidad por el camino. El resultado es que menos del 1,5% del alumnado universitario tiene discapacidad, estando muy poco representado. Y en muchos casos se podía evitar con mayores recursos o pequeños ajustes en cuestiones como los tiempos para terminar un examen, utilización de productos de apoyo o entornos más accesibles”, explica Checa.
En conjunto, se trata de “avanzar en uno de los retos más importantes para conseguir una sociedad inclusiva, la educación”.
“Si para cualquier persona la educación es la clave para su crecimiento, para las personas con discapacidad lo es por partida doble. Una buena educación les ayuda a desarrollar una mayor autonomía y autoestima, lo que favorecerá su posterior inclusión social y laboral. Pero además, una educación inclusiva ayuda a introducir desde edades tempranas valores como la diversidad o la empatía”, explica Checa, quien concluye que “por eso decimos que la educación inclusiva aporta tanto o más al alumnado sin discapacidad que al que tiene discapacidad”.
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