La salud de las mujeres en España se enfrenta a una amenaza silenciosa pero creciente: la falta de especialistas formadas para atender el embarazo, el parto, el posparto y otras áreas fundamentales del bienestar femenino.
La situación actual apunta a un déficit preocupante de matronas, una figura esencial en el sistema sanitario, cuyo número podría reducirse aún más en los próximos años debido a la jubilación de muchas profesionales.
España cuenta con 8.084 matronas colegiadas, una cifra muy inferior a la necesaria para garantizar una atención adecuada. Según datos del Consejo General de Enfermería (CGE), se necesitaría al menos el doble para alcanzar los estándares mínimos.
A día de hoy, la ratio nacional es de 12,4 matronas por cada 1.000 nacimientos, cuando la media de los países de la OCDE se sitúa en 25 por cada 1.000. “Faltan más de 100.000 enfermeras en general en nuestro país para equipararnos a la media europea. En el caso concreto de las matronas, estamos muy por debajo”, ha advertido Florentino Pérez Raya, presidente del CGE.
A esta situación se suma otro dato alarmante: el volumen de profesionales en edad de jubilación supera al número de nuevas especialistas en formación.
En la última convocatoria de plazas EIR (Enfermera Interna Residente), solo se ofrecieron 451 plazas de Enfermería Obstétrico-Ginecológica, por debajo de años anteriores, pese a que se presentaron más de 10.000 candidatas para todas las especialidades.
Desde el Consejo General de Enfermería reclaman un aumento urgente de plazas formativas, así como la mejora de las condiciones laborales, con el objetivo de hacer más atractiva esta especialidad para las futuras enfermeras. “Es esencial fomentar la formación de matronas y ofrecer mejores condiciones para animar a más profesionales a optar por esta vía”, insiste Pérez Raya.
Además del déficit de personal, el sector también denuncia una amenaza creciente: el intrusismo profesional. Según Montserrat Angulo, matrona y vicetesorera del CGE, el 65% de las matronas considera que no puede desarrollar todas sus competencias en sus comunidades autónomas, lo que ha favorecido la entrada de figuras no sanitarias como las doulas, que, sin formación reglada, están ocupando funciones propias de las matronas.
“Los casos de intrusismo están debilitando el derecho de los pacientes a ser atendidos por profesionales cualificados”, denuncia Angulo, que también advierte sobre la proliferación de cursos engañosos y no oficiales que prometen una especialización en Obstetricia y Ginecología sin cumplir los estándares mínimos de calidad.
La labor de las matronas abarca mucho más que la atención al embarazo y parto. Son esenciales en Atención Primaria, en Salud Sexual y Reproductiva, en educación sanitaria, en prevención y en la atención a adolescentes, mujeres en edad fértil y en la menopausia. Su falta, por tanto, pone en riesgo la salud integral de millones de mujeres.
Desde el CGE piden a las administraciones que tomen medidas estructurales y urgentes para garantizar el futuro de una profesión clave, que está en una situación límite. “Sin matronas suficientes, no hay garantías de una atención de calidad ni de seguridad para madres, bebés y mujeres en general”, concluyen.