• jueves, 28 de marzo de 2024
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SOCIEDAD

Las hermanas Úriz: de Badostáin a renovar el sistema educativo y luchar contra los nazis en París

Un libro del periodista Manuel Martorell recoge el legado de las precursoras navarras que renovaron el sistema pedagógico español.

Una imagen de las hermanas Pepita y Elisa Úriz Pi, las dos navarras precursoras de la renovación pedagógica de principios del siglo XX Foto FESP UGT
Una imagen de las hermanas Pepita y Elisa Úriz Pi, las dos navarras precursoras de la renovación pedagógica de principios del siglo XX. Foto: FESP-UGT

La vida de las hermanas navarras Pepita y Elisa Úriz, recogida en un libro del escritor y periodista Manuel Martorell, resume por sí sola los avatares históricos de la Europa convulsa del siglo XX, desde el auge del comunismo hasta la lucha antifranquista y la resistencia al nazismo en la Francia ocupada.

Pepita y Elisa, la primera nacida en 1883 y la segunda, en 1893 en Badostáin, fueron dos renovadoras del sistema pedagógico español a comienzos de siglo, colaboradoras con la República en importantes cargos públicos durante la Guerra Civil, y organizadoras de los primeros grupos de resistencia francesa contra el ejército nazi.

En el libro "Pioneras", que cuenta con las colaboraciones de los profesores Salomó Marqués y Carmen Agulló, se narra cómo las dos hermanas revolucionaron el sistema pedagógico catalán en sus escuelas, ha explicado a Efe Manuel Martorell, que presentará su obra el próximo 26 de enero en el Ateneo de Madrid.

Estas dos maestras, adelantadas a su tiempo en más de cincuenta años, implantaron prácticas como la eliminación de los castigos, la preparación del niño para la sociedad del futuro, la ruptura de las barreras entre profesores y alumnos, y la organización de debates y lectura de la prensa.

Ambas fueron firmes defensoras de la escuela mixta en una época, anterior a la República de 1931, en la que se separaba a niños y niñas en centros diferenciados desde parvularios hasta la universidad.

Incluso, ha destacado el autor del libro, Pepita fue sancionada durante un año por introducir conceptos de educación laica y progresista "que hoy en día nadie cuestiona, pero que entonces eran absolutamente revolucionarios y que cuestionaban la moral imperante".

También fue creadora en Lleida de una residencia laica para alumnas y, con la llegada de la República y la implantación de la escuela unificada, participó al máximo nivel en el proyecto de renovación pedagógica en Cataluña.

Elisa, a través de la Federación Democrática Internacional de Mujeres, promovió ante la ONU la Carta de los Derechos y Día Internacional del Niño.

Estas hermanas navarras, incansables en su militancia, fueron fundadoras en Lleida y Tarragona de la Federación Española de Trabajadores de la Enseñanza (FETE), afiliada a la UGT, y del Partido Socialista Unificado de Cataluña, de corte comunista.

Ya en la Guerra Civil, Pepita es elegida secretaria general de la FETE-UGT en Cataluña y en pleno conflicto armado, es nombrada por la República directora general de Evacuados y Refugiados.

Mientras, Elisa es nombrada responsable en Cataluña de la "Ayuda de retaguardia", que se dedicaba sobre todo a recoger a menores. En un escrito suyo al final de su vida, narra cómo llegaron a dar 100.000 comidas diarias a los niños.

El avance de la guerra les obligó a exiliarse a Francia y en esa época, ha reconocido Martorell, "es donde nos hemos encontrado con las mayores sorpresas". 

Así, Pepita y Elisa Úriz, junto a los hermanos catalanes Josep y Conrad Miret, forman en la zona metropolitana de París los primeros grupos de la resistencia contra los nazis, antes que los comunistas franceses e incluso antes que los afines al general de Gaulle.

Estas navarras podrían ser consideradas incluso dos heroínas de la resistencia francesa, pero, como reza el refrán, ninguna buena acción queda sin castigo, en este caso a través de la llamada "Operación Bolero-Paprika", que fue "un episodio muy oscuro y desconocido", ha apuntado Martorell.

La operación se puso en marcha en la psicosis de la guerra fría por una posible invasión soviética de Europa. En septiembre de 1950, el Gobierno socialista francés ordenó una redada contra cientos de militantes comunistas, sobre todo españoles, al pensar que eran la "quinta columna" de esa hipotética invasión del ejército rojo.

Algunos fueron deportados a Córcega, otros a Argelia, otros fueron llevados a prisión y muchos fueron abandonados "en tierra de nadie", en países al otro lado de lo que luego se llamaría el telón de acero. Las hermanas Úriz fueron a dar con sus huesos en el Berlín Oriental.

Estos exiliados, ha lamentado Martorell, "fueron tratados de forma inhumana por el Gobierno radical socialista, con el agravante de que muchas de esas personas que fueron detenidas de forma injusta habían sido combatientes de la resistencia francesa, como las hermanas Úriz".

Pepita y Elisa murieron en el Berlín Oriental en 1958 y 1979, respectivamente, sin haber podido volver nunca a su Navarra natal.


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