Según Google está a una hora y media de coche de Pamplona, a 4 horas y media en bicicleta y a algo más de 12 horas a pie, pero está en otro país. Al otro lado de la frontera de Navarra con Francia por el paso de Roncesvalles se encuentra San Juan de Pie de Puerto, la villa medieval que fue considerada como la llave del Reino de Navarra. Es, sin duda, una bonita excursión para admirar el esplendor del pasado del Reino de Navarra.
Aunque la vía romana que cruzaba los Pirineos hace sospechar la existencia de asentamientos anteriores, los anales recogen que fue fundada en el siglo XII por los reyes de Navarra y que Felipe III la dotó de fueros en 1329. Por su enclave al pie de los Pirineos, en un lugar de paso natural, pronto se convirtió en un lugar estratégico para le defensa del reino, motivo por el cual se le construyeron robustas murallas defensivas, muchas de las cuales conserva en la actualidad.
Ya en aquellos tiempos era uno de los puntos naturales de partida del Camino de Santiago. En la actualidad, a sólo una pequeña caminata de la frontera con España, buena parte de su atractivo turístico gira en torno a la ruta jacobea.
San Juan de Pie de Puerto perteneció a Navarra hasta su conquista en el año 1512 a manos del ejército de Fernando el Católico, pero al ser una zona tan boscosa y enriscada, resultaba caro de mantener, de ahí que en 1530 Carlos I de España, por consejo del Duque de Alba decidió abandonar toda la Baja Navarra, manteniéndose como un reino independiente bajo la influencia de la dinastía de Foix y Albret hasta que con Enrique III de Francia se asoció a la Corona francesa.
Desde entonces, administrativamente depende del país galo, aunque nadie puede negar la influencia navarra en una localidad que divide por la mitad el río Nive. Es más, una de sus mitades es el denominado barrio español, que gira en torno a la Rue d’Espagne. Las casas blancas con las puertas y contraventanas de madera pintadas en rojo y verde son su seña de identidad.
Al otro lado del río está está la ciudad antigua a la que se accede por cualquiera de los tres puentes. Los tres ofrecen magníficas vistas a uno y otro lado. A uno de ellos le llaman 'Puente Romano', aunque lo cierto es que se construyó en el medievo. Al final del mismo se encuentra la Puerta Torre de Notre Dame, a través de la cual se accede al casco histórico. En su parte más alta hay un reloj y un campanario ya a cada lado tallas de La Virgen con el Niño y San Juan Bautista. La Puerta Torre es parte en la actualidad de la Iglesia de Notre Dame que encargó construir Sancho el Fuerte en el siglo XIII para conmemorar la victoria en la batallas de las Navas de Tolosa en 1212.
Destaca el color rojizo de las piedras de las murallas y de sus edificios más antiguos. Esta es así porque procede del cercano monte Arradoy, un gres rosado característico de este pico pirenaico.
A lo largo de la muralla que rodea el casco histórico hay varias puertas de acceso más, unidas de forma perimetral por el Camino de Ronda. La puerta de Navarra y la de Saint Jacques, que es patrimonio de la Humanidad y por la que entran los peregrinos a la ciudad.
El museo de los obispos o la Ciudadela -construida sobre los restos del Castillo de Mendiguren- en el que residían los reyes de Navarra son también puntos de referencia que nos hablan del pasado navarro de este enclave medieval.
Sin duda, una parte de nuestra historia y de nuestro pasado que se puede visitar y rememorar en una excursión de ida y vuelta en el día. ¡Merece la pena!
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