Sirva el magnífico título de la obra de John Reed sobre la revolución soviética, 'Diez días que cambiaron el mundo', al que ocasionalmente acudo para parafrasearlo en mis crónicas, para adelantar lo que va y no va a ocurrir en los próximos diez o quince días en España: va a cambiar mucho para que no cambie absolutamente nada.
El infernal calendario de coincidencias que ha generado la tormenta perfecta desde hace trescientos un días y setecientas noches ha hecho que el inicio -mira que es casualidad, tras siete años y medio de instrucción- del 'juicio Gürtel' y su desarrollo más sabroso informativamente, vaya a coincidir con la previsible investidura de Mariano Rajoy, dentro de exactamente dos semanas.
Supongo que decir que un Estado fuerte es aquel que se siente orgulloso de su bandera, de su Historia, de su himno, de su unidad, sonará como algo reaccionario en el seno del Consejo Ciudadano de Estado de Podemos, que este fin de semana celebró una 'cumbre' para, en el fondo, aparcar sus divergencias sobre lo que debe ser la izquierda, y si debe serlo con el PSOE o contra el PSOE.