- domingo, 01 de diciembre de 2024
- Actualizado 21:02
Unos lo llaman pacto del botellín y otros pacto del botellón. Ganas de enredar. No es buen comienzo esta vinculación alcohólica -bueno, digamos simplemente recreativa-, del más ruidoso de los vectores aparecidos en vísperas de la campaña electoral como referencia del quinielismo aplicado a lo que podría ocurrir el 26 de junio por la noche.
El voto conjunto de Podemos y PSOE en algunas iniciativas parlamentarias, así como el encuentro del líder socialista, Pedro Sánchez, con el presidente de la Generalitat, Carles Puigdemont, agitan las coordenadas de la gobernabilidad, inalterables desde el recuento electoral del 20-N. Valgan esos términos. Agitación, sí. Alteración, no. Al menos de momento. Aunque se hable de manos tendidas y las lenguas están menos afiladas.
Dos personas tan lúcidas como Miquel Iceta (PSC), en el campo de la política, y Juan José Toharia, en el de las Ciencias Sociales, se sumaron este fin de semana al coro de voces que claman por un diálogo eficiente entre los partidos políticos ante el reto de la inestabilidad, cuya expresión más visible, aquí y ahora, sería una repetición de las elecciones generales por falta de entendimiento en el intento de formar una mayoría de gobierno para la incierta Legislatura que acaba de nacer.
Dos valores al alza después de las elecciones del 20-D. Por un lado, la estabilidad. Por otro, la capacidad de pacto entre líderes de viejas y nuevas fuerzas políticas. Todo ello bajo el imperio de la matemática surgida de las urnas, cuyo primer mandato es el de reconocer a la fuerza ganadora, el Partido Popular, la legitimidad de su derecho a formar gobierno.