• martes, 29 de abril de 2025
  • Actualizado 16:12

Opinión

El autor compara la bronca de la consejera Induráin a los navarros con las vacaciones de Ramón Alzórriz, secretario de organización del PSN y portavoz del grupo socialista en el parlamento de Navarra.
El socialismo no tiene memoria con sus muertos presentes causados y justificados por sus socios pero nos exige al resto que la tengamos, incluso haciéndonos responsables de ellas, con los de hace tres generaciones.
Todos eran unos culos de mierda, amorfos, alguno con granos de esos rojos, reventones de infección, como la euskakalerría por la que lo enseñan.
Mientras a vosotros os inoculan el odio a España para teneros controlados y entretenidos, ellos y sus hijos, los que os van a mandar en un futuro, y lo que es peor, a los que vais a obedecer con orejeras, la disfrutan.

Cuatro de julio y es la antevíspera de nada. Se hace difícil escribir los días en los que esta anormalidad persistente no permite ni la esperanza de la alegría. No es cierto que la esperanza sea lo último que se pierde. Una vez perdida quedan todavía la confianza y la actitud.

 Eso mi izquierdita lo sabe desde hace mucho, que los recuerdos son muy fáciles de manipular, por eso siempre anda enredando con la memoria, por eso su prioridad es controlar a toda costa la educación y los medios.

Retire las subvenciones a las peñas que del asesino y del asesinato hacen proselitismo y homenaje. No espere ni un segundo más. Son demasiados años comprobando como el dinero público se destina a la exaltación de la bestialidad.

Cada vez que oigo juzgar con ojos de hoy a los ojos de ayer, me viene a la cabeza aquello de “nuevos ricos del saber”, que decía la directora de mi colegio y que les he comentado alguna vez. No sabía yo que al ventajismo también se le pudiera llamar ventajismo.

 Los paganos son los victimarios, los culpables (de nuevo, sobre todo los imaginarios); a ellos les corresponde ser escarnecidos, arrodillarse y pagar.

Me fascinan esos procesos propios de atención por los que atendemos a unas señales y a otras no, sobre todo cuando ignoramos las señales que nos cuestionan lo importante.

El País Vasco no sé acuerda de nada, los jóvenes ya no saben ni quién fue aquel concejal que tuvieron dos días en un maletero, lo sacaron solo para arrrodillarlo en un camino y pegarle dos tiros en la cabeza.
La izquierda no pierde oportunidad para practicar el postureo que no le compromete a nada, porque nada pueden hacer desde aquí contra ese suceso, salvo hacerse fotografiar, rodilla en tierra, puñito en alto, para subirlo a Instagram.

Otra semana de despedidas antes de tiempo, y no puedo dejar de pensar en lo que nos gusta reconocer a posteriori, en cómo algunas muertes nos impactan y nos hacen reflexionar. También pienso en lo pronto que se nos olvidan esas reflexiones.

Desde el gobierno nos anunciaron, con muchas chorreras y fanfarrias al principio del arresto domiciliario al que nos han sometido, que íbamos a salir de esta pandemia mejores y más unidos.

Es una teoría de la comunicación de finales de los 70 que habla de cómo condiciona e influye la opinión pública sobre los individuos, sobre cómo se priorizan unos temas y se ocultan otros, y sobre la presión de opinar contra lo que se supone como bueno. Ciencia ficción, vamos…

Alguien debería decirles a estos señoritos que, de extrapolar estas tierras a aquellas, Bildu quedaría como aquel amo de los campos del algodón y los vendedores de esclavos a peso y calidad de dentadura.
Que la presidenta de Navarra antes que presidenta de Navarra sea una pelele supeditada a su partido y a los tejemanejes y mercadeos chungos de este con el nacionalismo vasco, me da bastante pena.
Tenemos que ser capaces de ver a esas personas de nuestro entorno, silenciosas y discretas, que comparten cada día nuestro tiempo, trabajo y espacio y reconocer lo que hacen.

¿Ellos, que se han aplicado a conciencia al asesinato de españoles solo por ser españoles durante medio siglo, se dedican ahora a denunciar que en Estados Unidos matan a los negros por ser negros?

Los durante ahora son todas lo que tenemos que hacer. Todas esas familias que tendrán que reinventarse para salir adelante, todos los trabajadores que han dejado serlo, todos lo que nos va a tocar echar de menos y seamos conscientes de quien no está cuando volvamos a vernos.

Cada vez que escucho esto de la nueva normalidad, me viene a la cabeza el chiste sobre Santillana del Mar, que ni es santa, ni es llana ni tiene mar. Pues eso, ni nueva, ni normal.

Urge romper con todo lo que tenga que ver con los socialistas mientras el Sanchismo continué vivo. Urge poner fin a unas relaciones que nunca debieron de proseguir desde lo ocurrido el pasado verano. 

Calamidad es una palabra con diferente significado si se aplica a personas o a situaciones. Esta semana valen ambos, porque, queridos todos, ¡qué calamidad!

Los podemitas que ayer utilizaban el término mileurista de forma despectiva, hoy quieren hacerte creer que los 500€ que te quieren regalar con tu propio dinero y que no te da ni para pipas, es una gran conquista social.
¿A quién preferís al virus o Sánchez, fachitas? La fantasía erótica, el sueño más húmedo de todo socialista hecho realidad: una sociedad a su merced, amedrentada, para hacer con ella el bricolaje totalitario que se desee.

Teniendo claro que el esfuerzo de nuestras instituciones, a corto plazo, debe ser asegurar la salud de todos y, a medio plazo, dar soluciones a la hecatombe en el empleo que se ha producido, la vida seguirá su cauce, y otros asuntos, ahora paralizados, volverán a reactivarse.

Se ha ido Michael Robinson, uno de los nuestros. No quiere ser esto un obituario, que ya ha tenido muchos y bonitos, sino una carta de agradecimiento. No es fácil encontrar personas que den ejemplo de lo que dicen, Robin era uno de ellos.