- martes, 29 de abril de 2025
- Actualizado 09:26
Muy superior Osasuna al Elche, de principio a fin. Todo partido de fútbol puede torcerse en cualquier acción desgraciada, pero el de los rojillos ante los ilicitanos, ni por ésas.
Normalizamos con mucha facilidad, con más facilidad lo malo que lo bueno, incluso. Hemos normalizado situaciones que ni en películas de terror hubiéramos creído hace tres años. Por normalizar hemos normalizado incluso la palabra normalizar como justificador de todo.
Arrasate mandó jugar a sus hombres, y éstos demostraron que saben hacerlo. Demostraron que a veces la mejor defensa es crear peligro arriba. Así sorprendieron a Unai Emery, que pensaba hacerse con los tres puntos sin perder la gomina.
Un partido conservador de Osasuna, de los de ir a no perder, otorgó a los rojillos el punto que fueron a buscar.
En este tipo de derrotas suelen abundar titulares de “con la cabeza alta”, “merecieron más” o “el marcador no hace justicia”. Tan gastados están que apelar a ellos en esta ocasión parece más un tópico que una realidad.
Ni con el peso de dos goles en contra bajó Osasuna la intensidad, pero el gesto de los jugadores no escondía la previsibilidad de perder ante un rival muy superior.
Trece partidos sin ganar y dos victorias consecutivas. A disfrutar. De aquí a la Europa League, dirán los forofos. Nada de eso. Estas victorias tienen una parte de merecimiento y muchas de moneda al aire.
El choque de trenes de dos equipos parecidos alumbró un partido físico, poco brillante, intenso, al ritmo del corazón y la necesidad, con tantas ganas como miedo. Al final, esta vez funcionaron los cambios y Osasuna sumó tres vidas.
Era un partido de cero-cero tras los fallos ante Joel, pero tras los cambios de Arrasate la pérdida de presencia arriba y de posesión de balón condenaron a la derrota
A Osasuna le tocó luchar contra los nazaríes de Diego Martínez, contra los árbitros de Rubiales, y contra sí mismo, sus angustias, urgencias y nervios. Tres meses después, por primera vez, pudo con todo.
Siempre habrá alguien peor, pero eso no nos hace mejores. Vivir en comparativa hace que siempre podamos justificar nuestra situación alegando que podría ser peor, aquello del mal de muchos, ya saben. El maldito mal menor como excusa.
Arrasate volvió a posicionarse lejos de la victoria, quedó pronto sin plan B y se hundió más en el descenso.
El balón fue del Madrid, lógico, y el poco peligro lo puso Osasuna, prodigioso en defensa. El empate, justo, sabe mejor a los rojillos que a los blancos.
Otro punto bueno hacia la recuperación. Tercer empate consecutivo a base de trabajo y buena labor defensiva de todo el grupo ante una Real superior
Enorme mérito de los rojillos, en inferioridad numérica casi todo el partido. Se rehacen, marcan, y solo ceden el empate en un injusto penalti que no fue ni falta.
Me hace gracia esa fe en que los años tienen capacidad para decidir, que el que viene será mejor, y que le fiemos nuestras esperanzas a una unidad de tiempo que nosotros mismos nos inventamos. ¿No les parece bonita esa inocencia? Yo prefiero pedirles cosas a ustedes.