COMERCIO LOCAL
Bruna, de buscar empleo a ser la propietaria de su tienda en Pamplona: "Llevo aquí 25 años"
"Hay que trabajar mucho y luchar mucho, pero como tenemos nuestra clientela fija, vamos para adelante”, comenta.

Bruna Pinto Vara ha cumplido 25 años entre cajas de fruta, montones de tomates y bolsas al vacío. Con solo 17 años entró a trabajar en una frutería del Ensanche de Pamplona y no se ha movido de allí desde entonces. Primero pasó veinte años como empleada y, en los últimos cinco, se ha convertido en la propietaria tras la jubilación de su jefe, Eduardo López Etayo. Es uno de los establecimientos más conocidos de comercio local en la zona.
A sus 43 años, Bruna sigue con el mismo empuje de aquella primera jornada. Estos días de verano atiende a los clientes con la ayuda de su hija Araia de 15 años, que aprovecha las vacaciones para echarle una mano antes de volver al instituto. “Nos va bien, estamos contentas. Hay que trabajar mucho y luchar mucho, pero como tenemos nuestra clientela fija, vamos para adelante”, comenta.
Su historia personal también habla de raíces y esfuerzo. De origen portugués, se crio en Pamplona y hoy se siente una más de la ciudad. “Mis hijas van a la ikastola y tienen nombre vasco. Una no es de donde nace, sino de donde pace, se suele decir”, afirma con una sonrisa.
Sus padres, José Antonio y Lourdes, también llegaron jóvenes desde Portugal en busca de trabajo. Su madre lo hizo con apenas 15 años, como interna en una casa cuidando a cinco hermanos. En Pamplona conoció a su futuro marido “en un baile del club Anaitasuna” y aquí formaron su familia.
Fue casi por casualidad cuando Bruna descubrió el oficio. “Vi un anuncio donde se necesitaba una dependienta para frutería. Hice una entrevista y al día siguiente entré a trabajar. Y aquí me he quedado”, recuerda. Es la frutería Iruña, situada en la calle Sandoval 2, que ha visto cómo una adolescente que buscaba empleo ha acabado convirtiéndose en su dueña.
El local comparte nombre con otra frutería de la avenida Carlos III, regentada por Rafa López Etayo, hermano del primer propietario de la frutería de la calle Sandoval. En esta tienda, Bruna ha apostado siempre por un trato cercano y por dar algo distinto a las grandes superficies. “Hay que mover mucho producto, dar verdura limpia y al vacío para casa de forma gratuita. Algo diferente que no tengan para poder seguir”, explica.
Su escaparate luce impecable: tomates, pepinos, alubias verdes, pochas, piparras, nueces de Riezu o conservas. También prepara cardo, alcachofas, guisantes y, en estas fechas, el esperado pimiento del piquillo que ya le han avisado desde Puente la Reina. “Queremos que casi todo sea de aquí, de la tierra”, destaca.
Si algo engancha a los clientes, es el tomate. “La gente más habitual de la tienda es adicta a los tomates, se venden un montón”, comenta divertida. El horario en verano es de lunes a sábado, de 9 a 14 horas, y a partir de octubre se amplía también a las tardes.
Bruna se encarga de todo, sin ayuda externa: “Yo soy la que hago los pedidos, los subo, los bajo, así que bien, contenta”. Reconoce que julio y agosto siempre son meses más flojos, pero septiembre marca el regreso a la normalidad. “Llevamos tantos años que ya sabemos cómo funciona”, explica.
La frutería ha logrado una clientela fiel y no solo en Pamplona. Sus productos viajan incluso fuera de Navarra. En redes sociales abundan las reseñas positivas: “Productos de primera que hemos recibido en Gijón gracias a Frutas Iruña. Conservas excelentes: los garbanzos, pimientos y mermelada para chuparse los dedos. Y hasta verduras limpias al vacío. ¡Repetiremos!”, escribe un cliente.
Otro añade: “Nunca había comido tanta fruta. Una tarde, paseando por esa calle peatonal, descubrí esta tienda. Desde entonces soy habitual por la calidad y la amabilidad de sus propietarios”.