La continuidad del pequeño comercio es todo un reto en Pamplona, a la vista de la gran competencia y del cambio de hábitos y costumbres en la sociedad actual. Pese a las dificultades, todavía hay algunas tiendas que resisten como es el caso de la frutería El Maño.
Esta tienda de frutas y verduras está situada en la calle Alfonso el Batallador 3, en el barrio de Iturrama de la capital navarra. Muy cerca de otros establecimientos que hemos conocido en este apartado de comercio local.
Como es el caso, por ejemplo, del bar Ispa Neo Taberna en la calle de Iturrama que dirigen Felipe y Joana, o la tienda de Belén y Patxi que saca las pinturas a la calle para que los niños se entretengan al salir de clase.
La frutería El Maño de Pamplona abrió sus puertas hace 40 años de la mano de Manuel Esteban Latorre de 81 años, que le puso de nombre de El Maño por su origen aragonés. "Soy natural de la localidad de Cosa, al lado de Calamocha (Teruel). Abrí este local y un poco antes el supermercado El Maño que estaba en la calle Pintor Basiano en 1979".
Su vida ha sido casi de película: "Me casé con Manoli Goicoechea Gorriti de Huarte-Araquil cuando estaba en París trabajando en la construcción. Allí la conocí con 22 años en la famosa discoteca Bataclan donde íbamos a bailar los sábados y domingos. Después de 17 años en París volví a Pamplona y monté la frutería".
"Si mi hijo hubiera estado en cualquier empresa, hubiera sido mejor para todos", señala Manuel con cierta pena. No obstante, su hijo José Miguel, que tiene 51 años, eligió la profesión de frutero: "No se me daba demasiado bien estudiar y esto me gusta. Siempre se me ha dado muy bien lo de vender".
Ahora es él quien lleva las riendas del negocio familiar: "Me he criado en la tienda desde pequeño. Primero a ordenar cascos en la trastienda y ayudar en lo que hiciera falta. En esta tienda voy ha hacer 30 años y en la anterior desde los 16 hasta que se vendió cuando se jubilaron los padres. Duró hasta la pandemia y la vendieron".
José Miguel Esteban Goicoechea explica las dificultades del negocio: "Yo vivo de esto y vamos tirando, No es para hacerse rico, pero se ha quedado en eso. Antes lucía algo y ahora no. Ahora subsistes y ya está, siempre haciendo el trabajo lo mejor posible. Eso sí, tenemos fruta y verdura fresca del día con la mejor calidad. La gente que viene, repite", asegura José Miguel.
Hay mucha competencia y cambios en el estilo de vida: "Este formato de trabajo no está adecuado a los tiempos que vienen. Son un montón de factores. La gente se jubila en el comercio de toda la vida y no hay relevo. No compensa el esfuerzo y hay que arriesgar mucho dinero. Es más rentable trabajar para otro y te olvidas de todo. No se incentiva", asegura.
En cuanto al relevo cuando se jubile, José Miguel indica: "Pues no lo sé. Se alquila o se vende, salvo que mi hijo decida otra cosa y tenga que echarle una mano. Si estas en el rollo sigues aunque te jubiles como mi padre. Mi hijo hará lo que quiera él. Yo aguantaré hasta jubilarme. No sé hacer otra cosa. Es ver venir".
Seguir adelante con la que está cayendo tiene su mérito: "Si aguantamos, es que algo hacemos bien. Esto es aguantar. Hacer el trabajo bien y ya está. Sobre todo venir con ganas y con buena fruta y verdura, y dar la cara si algo sale mal. Si un melón sale malo se lo cambio por otro y ya está".
Una frutería de barrio tiene la ventaja del trato personal: "La gente además es muy simpática. Esto es muy cercano. Desarrollas una amistad y te interesas por su familia. Tengo amigos que empezamos la amistad en la frutería".
"Te ves todos los días y sabes sus problemas. Si estas apurado ya me pagarás cuando puedas. No te preocupes, ya apañaremos. No es solo vender, aquí hay un cariño con la gente del barrio", concluye José Miguel Esteban.
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