La ferretería Martínez es una de las tiendas clásicas de Pamplona que sigue abierta gracias al esfuerzo de las hermanas Noelia y Estefanía Idoate Martínez, que se desviven por atender a los clientes con amabilidad y profesionalidad.
La ferretería Martínez está situada en la avenida de Villava 8, justo en el límite entre el barrio pamplonés de la Txantrea y la localidad de Ansoáin. Muy cerca de otros establecimientos que hemos conocido en este apartado de comercio local.
La historia de este negocio arranca hace cincuenta años cuando Faustino Martínez abre una pequeña tienda ferretera en el mismo local que el actual y pone al frente de ella a una de sus hijas: Sagrario Martínez Ceña, que fue el alma mater del negocio hasta su jubilación.
Con el tiempo se le unió su hija Noelia Idoate Martínez de 47 años, actual dueña, que lleva 25 años trabajando en la tienda. Posteriormente, al jubilarse Sagrario hace 8 años también entró a trabajar otra de sus hijas: Estefanía de 35 años. La tercera hija del matrimonio, Vanesa, se dedica a otro trabajo.
El marido de Sagrario, Jesús Idoate Maeztu, falleció hace tres años y se dedicó al oficio del transporte con sus hermanos. No tuvo nada que ver con la ferretería desde el punto de vista profesional.
"Cumplimos ya más de 50 años en este local. Mi abuelo compró un pequeño local y puso al frente a mi madre con 17 años para que ella estuviera cara al público atendiendo y él se encargaba de la gestión", aseguran las dos hermanas.
La madre, Sagrario, se jubiló justo al cumplir los 65 años: "Yo soy la que lleva más tiempo ya que cogí el traspaso y lo llevamos entre las dos (Noelia y Estefanía). La otra hermana, que es la mediana por edad, no ha tenido nada que ver con la ferretería y se dedica a otras cosas", indica Noelia.
"Estamos muy contentas. No nos vamos a quejar. Somos referentes en el barrio. Tenemos muy buenos clientes. Sino atiendes bien a la clientela se baja la persiana. Los tiempos van cambiando y hay que ir adaptándose, pero la mayor parte de la clientela es del barrio o de hijos del barrio", explican las dos hijas.
El local antiguo se amplió hace años al comprar unas bajeras contiguas. Además de la venta también hacen copias de llaves y afilado de cuchillos y tijeras: "Hay que ampliar el abanico. No nos dedicamos a la instalación, aunque sí ponemos en contacto con profesionales si lo demandan los clientes. Hay un poco de todo como el tema de pinturas", aseguran.
En cuanto al relevo en la tienda, aunque sea pronto, no lo ven sencillo: "Lo veo difícil. Creo que mi hija se va a dedicar a otras cosas, pero aún nos queda mucho. Siempre hemos estado con una empleada y ahora contamos con Amaya. Siempre hemos trabajado mujeres. Siempre ha sido una ferretería muy de chicas", comentan.
Noelia también ha destacado el gran papel de su marido Javier en la ferretería: "Nos ayuda bastante en su tiempo libre. Me ayudó mucho en el proceso de reorganizar toda la tienda al jubilarse mi madre y nos hace los portes desde nuestra central de ferreteros. Es un apoyo importante en el negocio".
En Navidad han vendido "mucho menaje" con un trato familiar y cercano "con cosas que nosotras probamos en casa". El resto del año venden "mucha iluminación, adhesivos, fontanería también porque hay una al lado y nos viene bien. El tema de cerrajería y un poco de todo. Lo he aprendido todo de mi madre", afirma Noelia.
Tienen mucha confianza en el futuro de la tienda: "Yo espero que tengamos una larga vida. No me gusta la venta online porque en este tipo de negocio creo que no funciona. Vienen muchos por el tema del asesoramiento y el trato. También arreglamos ollas express que nosotras vendemos y si conseguimos repuestos, también arreglamos las de otras marcas", concluyen las dos hermanas.
