El bar restaurante Iribia de Ancín (Tierra Estella) lleva más de cuarenta años atendiendo a sus clientes en una localidad de apenas 350 habitantes. Es casi el único punto de reunión de los vecinos ya que el bar de las piscinas solo tiene vida en verano, el supermercado cerró hace unos años y no hay ninguna tienda, salvo una farmacia.
El bar Iribia está situado en la misma carretera nacional 132-A que une Estella con Vitoria. Muy cerca de otros establecimientos que hemos conocido en este apartado de comercio local.
Como es el caso, por ejemplo, del bar restaurante Etayo en Murieta a solo tres kilómetros en dirección a Estella, o del espectacular camping de Acedo a cuatro kilómetros en dirección a Vitoria.
El bar restaurante Iribia abrió sus puertas hace más de 40 años. Actualmente lo dirige el matrimonio formado por Pilartxo Ruiz, que a tiende la barra y sirve las comidas, y Andoni Murugarren que es el cocinero, junto a su hijo Oihan y varios empleados.
Pilartxo Ruiz García y Andoni Murugarren Muneta cumplen ya casi trece años al frente del negocio. El relevo ya ha tomado las riendas ya que Pilartxo se jubiló este pasado 1 de abril con 66 años y unos meses. "Ya vale. Si me jubilo es porque la economía está equilibrada".
"Se queda mi hijo, mi marido y toda la plantilla que tengo. Yo estaré aquí de ojo avizor. Me dedicaré a cultivarme, a pasear, pintar, dibujar, escribir... No quiero seguir más. Me encanta vivir en un pueblo sin semáforos y donde se oyen las campanas".
Pilartxo solo echa en falta el mar y la familia donostiarra, pero está encantada de vivir en Ancín. Nos explica su oferta gastronómica: "Me gusta sacar cosas de temporada como el cardo, alcachofas, espárragos, cosas con trufas, y asados el fin de semana con cordero y gorrines de granjas pequeñas. El menú está a 14 euros".
Pilarcho es natural de San Sebastián y lleva más de treinta años viniendo a Legaria, "de donde es mi marido. Veníamos a casa del abuelo. A mi siempre me ha gustado mucho esta zona. En Donosti teníamos el bar Txangai y a este bar veníamos muchas veces. Cosas de la vida. El 1 de febrero de 2012 reabrimos esto otra vez y hasta hoy".
El negocio sigue adelante con altibajos: "Hay días buenos y otros peores, pero no me quejo. Damos muchas comidas pero este local es muy grande y necesitas mucho personal. Trabajamos muy bien. Hay muchos gastos de luz. Antes pagábamos 700 euros y ahora 2.000. Aún estamos pagando la pandemia".
El relevo en la dirección lo tomará su hijo Oihan de 31 años que trabajaba en Bilbao y ha estado yendo y viniendo al bar. "Mi madre siempre ha sido la cara visible del negocio y yo he dado vueltas. Voy a hacer lo que hace mi madre, que es atender la barra y servir las mesas".
Oihan tiene en mente cambiar algunas cosas: "Habrá que modernizar todo a los nuevos tiempos. Esto funciona pero hay que dar un lavado de cara, una vuelta a todo. Los hábitos de consumo han cambiado y pondremos una carta más variada y no un menú cerrado, adaptarlo a la gente joven. Hay que modificar algo, aunque funcione".
Reconoce que trabajar en un bar es una pelea constante: "Cada día es más caro contratar a la gente y suben los precios". A partir de semana santa llega la temporada de los espárragos "que nos traen del mismo pueblo. Mi padre se pasa dos horas pelando espárragos y tiene mucha demanda".
En cuanto a los clientes, Oihan explica: "Entre semana hay gente de paso y trabajadores que vienen a comer y el fin de semana hay gente más habitual que vienen con su familia o amigos. Viene mucha gente del País Vasco para comer espárragos frescos en cuanto lo anunciemos".
"Cada vez viene más gente joven a comer un buen chuletón, solomillo o un rape. Esta es cocina honrada como dice mi padre. Como buenos donostiarras bordamos el pescado y los asados de carne que están espectaculares", concluye Oihan Murugarren.
