Oficialmente, la tienda se llama 'alimentación Gloria' en Pamplona, pero no tiene nombre en su fachada. Todos los vecinos la conocían como la tienda de Antonio y desde su jubilación como la tienda de Luis, su hijo que sigue al frente del negocio.
Está situada en una de las calles más conocidas del encierro de San Fermín, la calle Santo Domingo 35. Muy cerca de otros establecimientos que hemos conocido en este apartado de comercio local en el casco viejo de la capital navarra.
Como es el caso, por ejemplo, de la centenaria ferretería Sanz en la calle Mayor 35, o de la carnicería de Koldo Pérez Fernandino en el mercado de Santo Domingo.
'Alimentación Gloria' es una de las escasas tiendas de ultramarinos que siguen abiertas en el Casco Antiguo de Pamplona. Gusta al visitante porque mantiene ese estilo antiguo con las paredes del local repletas de productos de todo tipo, además de la amabilidad del dueño.
Se trata del pamplonés Luis Huarte Rivas, que lo mismo te vende legumbres, aceite, chorizo, latas de conserva, vino, pastas, cerezas de Milagro "e incluso productos de droguería que tengo en el almacén". No le falta de nada y sobre todo no le faltan clientes en su pequeño local: "Es una tienda de ultramarinos finos, como se decía antes", señala el dueño.
"Mi padre Antonio Huarte empezó desde crio, con 15 años, repartiendo productos en el almacén frutas González a muchas tiendas de ultramarinos que había entonces en el casco viejo. Yo he estado con mis padres siempre ayudando, ahora llevo trabajando pues unos 35 años y tengo 59. Orgulloso y cansado pero aquí seguimos. Estoy a gusto y no protesto".
La única pega para el cliente es que no cobra con móvil ni con tarjeta: "La clientela ya lo sabe y si no alguno me hace un bizum. No me quejo de trabajo. Al revés, hay demasiado trabajo y demasiadas horas. Estoy yo solo. Trabajo todas las mañanas y por la tarde solo los martes y viernes".
Sus padres, Antonio Huarte y Gloria Rivas, "se pusieron por su cuenta en un local junto a las Dominicas y más tarde abrieron esta tienda. Luego lo cogí yo. En cuanto a su relevo No hay. "Lo veo complicado. Tengo una hija pequeña pero espero que no".
"Esto es muy esclavo. Si estoy malo, vengo. Si estoy peor, vengo, y si estoy peor que malo, también vengo. Hay que abrir todos los días. Hay que aguantar como sea. Ya ves que se han ido Marcela y Rafa de la librería Abárzuza", explica el dueño de la tienda.
Lo más curioso que vende son las legumbres a granel: "Yo creo que ya no las vende nadie así y las cosas de temporada como las cerezas en este momento". Además, ofrece chocolates, y tiene una máquina para cortar el chorizo y hacer bocatas a los chavales.
"No podemos competir en precio con las tiendas grandes, pero sí en calidad. Si alguien viene y le doy algo malo, al día siguiente va a volver y me lo va a decir. Intentas traer producto bueno y la gente es cliente habitual", afirma Luis Huarte.
En cuanto a los turistas que entran en una calle tan conocida por el encierro de San Fermín, señala: "Entran cuatro y con la tarjeta en la mano para comprar dos manzanas con lo cual..." no le compensa.
En San Fermín ha decidido cogerse un descanso: "Cierro el día 5 de julio. Son mis vacaciones. Anteriormente abríamos en plan bocatas y litronas. Se está mejor de fiesta. Hay mucho jaleo. la tienda siempre estaba llena y no compensa aguantar a unos borrachos y al amigo de lo ajeno", concluye Luis Huarte.
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