No es fácil después de 133 años tener que decir adiós al negocio de toda una vida. Vinoteca Murillo ha cerrado definitivamente este viernes en la calle San Nicolás. Se trataba de uno de los escasos comercios centenarios que quedaban en Pamplona.
Durante esta semana, decenas de personas se han acercado al local, algunos para adquirir las últimas unidades de vinos y otros con un sentimiento de nostalgia al recordar algunas ‘batallitas’. En su interior, los hijos y familiares de José Ignacio Murillo Sanz, dueño del negocio, han ayudado con las últimas ventas.
Hace poco más de un mes, José Ignacio tuvo unos problemas de salud que hicieron que la familia decidiera cerrar este negocio que se inició en 1890. “Estos días son complicados, al final ha estado 130 años abierto y es difícil tener que decir adiós”, explica Patxi Murillo Zunzarren, uno de los hijos de José Ignacio.
Aniceto Muniain Olagüe fue el encargado de ponerlo en marcha a finales del siglo XIX y durante el transcurro de los años, Vinoteca Murillo se fue adaptando al paso del tiempo pero siempre mantuvo su esencia.
Los dos hijos se han puesto estos días detrás del mostrador, algo que no hacían desde hace casi 30 años. “También ha sido difícil salir a vender, mi hermano y yo ya habíamos hecho la vida aparte, pero al final es así, mi padre ha aguantado 15 años más después de la jubilación”, relata. "Es un trabajo muy sacrificado, están sábados y luego las navidades que trabajas el doble. Si te pilla con 30 años pues te aventuras", confiesa.
Sin embargo, aunque haya sido un trabajo complicado, se queda un bonito recuerdo. "Estamos muy orgullosos. Al final mi hermano y yo hemos estado trabajando casi hasta los 30 años, da cosilla pero todo pasa y todo llega", cuenta.
Aunque los hijos no vayan a ser los encargados de continuar con el negocio, sí que tienen intención de que Vinoteca Murillo siga vendiendo vinos. “Creemos que sí seguirá, hay gente que se está interesando por el negocio. Puede que continue con el mismo formato pero diferentes personas. La bajera es de los hermanos así que ellos decidirán qué hacer”.
Entre las conversaciones de la gente que entraba a llevarse las últimas unidades de vino coincidían todos en la tristeza del cierre de un negocio así. “Ya no quedan muchos como este”, decía una mujer mientras se llevaba varias botellas Algunos clientes se han atrevido a contar anécdotas de cómo era Jose Ignacio. "Ha habido un efecto de llamada muy grande, a mucha gente le da pena este cierre", dice Patxi.
También, muchos de los clientes han preguntando por José Ignacio. “Ha estado muy mal y ahora está mejor, él dice: 'bueno estoy vivo'. Le cuesta este cierre y no quiere bajar, se fía de nosotros. En realidad, él no es muy sentimental, es de los de antes", detalla su hijo.
A sus 80 años, José Ignacio Murillo puede descansar y tener una vida más tranquila. Este viernes ha cerrado definitivamente su vinoteca. "Ya le toca descansar, hasta hace un mes estaba moviendo cajas, pero ahora se ha convertido en un abuelo de 80 años. Se pone a ver la telenovela y por las mañanas se va a dar un paseo por la plaza", finaliza Patxi Murillo.
- Los comentarios que falten el respeto y que no se ciñan al tema de la noticia, podrán ser eliminados.
- Cada usuario será el único responsable de sus comentarios.