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COMERCIO LOCAL

Ilko, el obrero que llegó a Navarra con 300 euros y ahora tiene un bar y una exitosa empresa

Ilko ha pasado de trabajar 'sin papeles' a tener su propia empresa con casi medio centenar de trabajadores. Ahora, además, son propietarios del Restaurante Artiberri, en Nuevo Artica.

Ilko Todorov y Elena Sarakinova, del bar Artiberri, en la calle Leonor de Aquitania 18 de Artica. PABLO LASAOSA
Ilko Todorov y Elena Sarakinova, del bar Artiberri, en la calle Leonor de Aquitania 18 de Artica. PABLO LASAOSA

La historia de Ilko Todorov Chapkanov es el paradigma de la integración, la superación y el éxito en Navarra. Llegó en el año 2000 con una maleta semivacía y 300 euros en la cartera persiguiendo el "sueño español" y huyendo de su Bulgaria natal, un país en el que no había trabajo ni oportunidades, con una inflación desbordada y una administración plagada de casos de corrupción. 

Si en aquel entonces, cuando trabajaba sin papeles, alguien le hubiera dicho que 23 años después iba a ser el propietario de una empresa con casi medio centenar de trabajadores y que iba a ser el dueño de un restaurante al que se le augura un futuro brillante, probablemente no le hubiera creido.

Pero las cosas no suelen salir como uno las imagina, e Ilko, que muestra orgulloso sus manos callosas de trabajar "en lo que había", es ahora un empresario de éxito en Navarra. Además de su empresa, regenta junto a su pareja Elena Sarakinova, el restaurante Arti Berri, en la plaza central de Nuevo Artica, cerca de otros establecimientos de comercio local de los que ya hemos hablado en esta sección como el asador de Pollos la Abuela, o el último supermercado que Aldi abrió en Navarra.

"Cuando llegué aquí no tenía nada, solo mis manos para trabajar. Trabajé en todo lo que salió. Me especialicé en carpintería de aluminio y PVC y después de mucho tiempo trabajando para otros me pregunté: ¿Y si esto lo hago para mi?". Y dicho y hecho, se estableció por su cuenta y desde entonces su empresa no ha hecho más que crecer.

Ilko Todorov y Elena Sarakinova, del bar Artiberri, en la calle Leonor de Aquitania 18 de Artica. PABLO LASAOSA
Bar Artiberri, en la calle Leonor de Aquitania 18 de Artica. PABLO LASAOSA

Sigue muy de cerca los dos negocios, y no le duelen prendas si tiene que ponerse el mono de trabajo e irse temprano a trabajar. Es lo que he hecho toda mi vida", asegura. La clave del éxito, tanto en la empresa, como en el restaurante, es la misma: "Si trabajas bien y eres honrado, te van a llamar".

Desde que abrió el restaurante en 2019, el crecimiento ha sido lento, pero exponencial. Les cogió la pandemia al poco de haber abierto, pero el hecho de contar con una gran terraza les benefició durante la época de las restricciones. Desde entonces, y especialmente a raíz del cambio en el equipo de sala y de cocina, el Arti Berri ha cogido velocidad de crucero que les hace mirar el futuro con mucho optimismo.

Elena sigue más de cerca el día a día del restaurante. "Somos búlgaros pero no queríamos hacer un bar de comida búlgara. Es un bar más como los de aquí y teníamos claro que teníamos que empezar por ganarnos a la gente de la plaza, de Nuevo Artica y a partir de ahí, crecer".

Su apuesta fue por los pinchos de la barra y un menú de comidas variado y ajustando al máximo los precios. "Queríamos ofrecer la mayor calidad posible al precio más ajustado", explica Elena. "Para nosotros es muy importate poder ofrecer un buen producto".

Ilko Todorov y Elena Sarakinova, del bar Artiberri, en la calle Leonor de Aquitania 18 de Artica. PABLO LASAOSA
Bar Artiberri, en la calle Leonor de Aquitania 18 de Artica. PABLO LASAOSA

Después de varios intentos, hace unos meses llegó a sus vidas Aitor Sarasola, un chef formado en Irlanda en alta cocina con experiencia en restaurantes de prestigio en Pamplona, como el Baviera y el Enekorri. Él reformó la carta y le ha dado un nuevo impulso al local. Sirven raciones generosas de comida casera y tradicional aunque con emplatados elaborados y novedosos.

Creó un menú de 10 primeros, 10 segundos y varios postres en el que la máxima es "la cocina honesta". "Todos los caldos, las salsas, las bases de la cocina... las elaboramos aquí. No hay nada precocinado ni quintas gamas, ni nada de eso". Asegura Sarasola, quien explica que "hemos buscado una apuesta por los sabores de toda la vida con platos tradicionales y utilizando muy buena materia prima". Y el resultado de todo eso, unido a las generosas raciones, sólo podía ser exitoso. 

De entre todo lo que ofrecen tanto en el menú del día, como en el del fin de semana, destaca el gorrín asado a baja temperatura. "Once horas de asado lento", que le han convertido en uno de los imprescindibles. "No veas las facturas de luz", bromea Ilko cuando Aitor habla del gorrín.

Otra de las especialidades son los mejillones Artiberri, que se sirven en cantidad muy generosa y con una salsa picantona que hace que los clientes se chupen los dedos.

Ilko Todorov y Elena Sarakinova, del bar Artiberri, en la calle Leonor de Aquitania 18 de Artica. PABLO LASAOSA
Bar Artiberri, en la calle Leonor de Aquitania 18 de Artica. PABLO LASAOSA

"Estos son los platos que no podemos cambiar del menú", explica Elena. Desde ahí, no habrá demasiados establecimientos de hostelería que en su menú incluyan marisco a la plancha y sirvan 8 gambones de buen tamaño; o manitas de cerdo, o los platos de cuchara, como sus lentejas con piparras o las alubias rojas con sus pertinentes sacramentos.

Destaca también las incursiones de su chef en la cocina internacional como el Wok Thai de verduras,el Curry madrás casero con gambón, los Espaguetti en salsa Aurora o los Tortellini Alfredo. Todo ello en un menú en el que no faltan arroces, pulpo, carrilleras, sepias, crepes, morcilla, lubina, secreto ibérico, bacalao o entrecot.

Buena comida, buena cantidad, 14 euros entre semana y 28 el fin de semana son moitivos suficientes para poner a funcionar el boca a boca en Pamplona y su comarca y cada vez son más los que acuden por recomendación de otros. 

Además de los menús, tienen una carta de picoteo y raciones. "Los fritos son todos caseros, elaborados en casa, los fingers de pollo, las alitas, las rabas, todo, todo, todo lo hacemos aquí", aclara Aitor.

Estos cambios han hecho despegar el negocio, aunque Elena apunta que "no tenemos grandes pretensiones ni queremos hacernos ricos con el restaurante. Nos basta con la satisfacción de los clientes y que podamos sostener económicamente al equipo de cocina y a los camareros sin perder dinero".

Ilko y Elena subrayan que no sólo se sienten plenamente integrados en Pamplona, sino que ya han echado raíces aquí. "Lo que más me gusta es la tranquiillidad y la forma de vivir de los navarros. La gente piensa y vive de otra manera muy diferente a Bulgaria. Allí viven muy nerviosos todos por todo y veo que se es menos feliz. Trabajan mucho y se gana poco, y la mayoria de las cosas son igual de caras, si no más, que aquí. El nivel de vida es muy bajo. Hay mucha corrupción en general. Hay muy pocos ricos y muchísimos pobres", apunta Ilko perdiendo la vista en el infinito.

Entre tanto, echa la vista atrás y recuerda sus comienzos en Pamplona. "Fueron muy duros, trabajé mucho, pero me sentí muy bien acogido. Siempre he dicho que si eres trabajador al final todo esfuerzo tiene su recompensa".


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