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HISTORIA

La historia escondida del castillo de un pueblo de Navarra: historia, incendios y ruinas de una joya medieval

Pese a que aparentemente las ruinas del edificio pueden parecer de escasa relevancia, el castillo recoge parte importante de la historia de Navarra.

Castillo de Tiebas. CONCEJO DE TIEBAS
Castillo de Tiebas. CONCEJO DE TIEBAS

A las afueras de Tiebas, arropado por las laderas de la sierra de Alaiz y perfectamente visible para quienes cruzan el Carrascal en ese tránsito natural tan característico de Navarra, resisten los vestigios del que fuera uno de los enclaves más significativos del reinado de Teobaldo II de Navarra y V de Champaña. Lo que hoy parecen ruinas anónimas fue, en su tiempo, una de las principales residencias reales del viejo Reino de Navarra.

De lejos puede parecer un simple conjunto de muros desgastados, pero basta acercarse para comprender la trascendencia histórica de este castillo-palacio, construido a mediados del siglo XIII. Su historia arranca en torno a los años 1263-1264, cuando Teobaldo II decidió levantar aquí una sede palaciega desde la que gobernar y vigilar el estratégico corredor que conecta Pamplona con la Ribera. El monarca había concedido a la villa el fuero de los francos de la rúa de San Martín de Estella, en 1264, reforzando así su vínculo con el lugar.

En aquellos tiempos, Pamplona estaba bajo dominio del obispo, y Teobaldo encontró en Tiebas una ubicación ideal para establecer su autoridad real. Mandó erigir un castillo-palacio de estilo gótico, construido en sillería de arenisca, con dos plantas y un cuerpo principal dividido en tres secciones al que se accedía a través de una torre-puerta. Cada estancia contaba con su propia chimenea, y los suelos lucían baldosas decoradas con motivos geométricos y animales, inspiradas en modelos franceses de Champaña. Estas piezas artesanales fueron retiradas en 2009 para su conservación por parte del Gobierno de Navarra.

La influencia francesa se dejaba sentir en cada rincón. Aunque reinaban en Navarra, los Teobaldo seguían siendo condes de Champaña, lo que les convertía en vasallos del rey de Francia y les proporcionaba importantes rentas. Este doble juego de poderes era típico del entramado feudal de la época. Como muestra de esa herencia cultural, Teobaldo también promovió la construcción de la iglesia de Santa Eufemia, una santa de especial devoción en Francia. No llegó a verla terminada. Era sobrino nieto de Sancho VII el Fuerte, por vía de su madre, Blanca, hermana del rey navarro y esposa del conde Teobaldo III de Champaña.

El castillo no solo acogió al propio Teobaldo II. También fue residencia real de Enrique I de Navarra y más tarde de Carlos II. Con el tiempo se convirtió además en prisión y archivo: custodiaba documentos del obispado, el Archivo Real y los fondos de la Cámara de Comptos. Todo bajo la vigilancia de un alcaide, símbolo de la importancia estratégica del lugar.

Pero la guerra lo cambió todo. En 1378, durante las hostilidades con Castilla, el castillo-palacio fue incendiado por orden de Pedro de Manrique, lo que marcó el inicio de su decadencia. Pese a ello, en 1445 experimentó un breve renacer cuando Juan II de Aragón, viudo de Blanca I de Navarra, donó la ruina a Juan de Beaumont, devolviendo así la vida a su interior.

No duró mucho. Las guerras civiles del siglo XV y, más adelante, la conquista castellana de 1512, volvieron a azotar Tiebas. Fernando el Católico incorporó su castillo a la red defensiva contra los intentos de recuperación del reino por parte de Juan de Labrit. En 1521, las tropas de la alianza franco-navarra establecieron aquí su centro de operaciones, hasta que tras su derrota en la batalla de Noáin, abandonaron el enclave.

Años después, en 1564, el castillo cambió nuevamente de manos: Brianda de Beaumont, hija del conde de Lerín, se casó con Diego de Toledo, hijo del duque de Alba, lo que hizo que la propiedad pasara a los Alba, quienes lo dejaron languidecer hasta su abandono definitivo en el siglo XVII. Sus piedras fueron reutilizadas por los vecinos para levantar nuevas casas, borrando poco a poco la memoria de lo que allí se alzó.

Ni siquiera el siglo XIX fue benévolo con sus ruinas. La Guerra de la Independencia y las guerras carlistas terminaron por rematar los muros ya maltrechos. En 1813, con la retirada de las tropas napoleónicas, el castillo sufrió una destrucción casi total. Aun así, durante todas estas guerras, Tiebas siguió siendo un lugar codiciado por su ubicación estratégica, como lo había sido ya en tiempos de Teobaldo.

Con los siglos, el terreno fue absorbido por los campos de cultivo del municipio. No fue hasta 2005 cuando el Ayuntamiento de Tiebas-Muruarte de Reta decidió adquirir el terreno y acometer un proyecto de mejora y consolidación. Gracias a esas actuaciones, hoy las ruinas del castillo-palacio han dejado de ser un vestigio olvidado para convertirse en testimonio visible de la historia medieval navarra.

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