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SAN FERMÍN

La navarra que le da un nuevo rumbo a un bar emblemático de Pamplona en San Fermín: “Nos hacía mucha ilusión"

“Nos hacía mucha ilusión y es un reto que no mueran los bares míticos de la ciudad”, explica la nueva dueña.

Mari Fe Arana es la hostelera que dirige el Bar Cali en Pamplona. Navarra.com
Mari Fe Arana es la hostelera que dirige el Bar Cali en el segundo Ensanche de Pamplona. Navarra.com

Mari Fe Arana Orzaiz, una veterana de la hostelería navarra, lidera la reapertura de un bar clásico del Segundo Ensanche de Pamplona con una apuesta por la cocina casera, el trato cercano y recuperar su historia y tradición en San Fermín.

Es un establecimiento que está muy cerca de otros que hemos conocido en este apartado de comercio local, como es el caso por ejemplo del Bar Amaya o del bar Stik Bol.

Mari Fe Arana lleva la hostelería en la sangre. Con 56 años y una trayectoria que se remonta a su infancia, ha decidido embarcarse en una nueva aventura junto a su equipo de confianza. “Nos vinieron a buscar, ya nos conocían de otro sitio. Nos lo ofrecieron y nos pareció una buena idea”, cuenta con la serenidad de quien sabe que los grandes retos se abordan con experiencia y calma. Durante los últimos años han trabajado en el casino principal de Pamplona, pero cuando la concesión de cuatro años y medio terminó, eligieron no renovar. “Decidimos no seguir y empezar algo nuevo”.

Con ese empuje, Mari Fe se ha puesto al frente de un local con mucha historia en Pamplona. “Nos hacía mucha ilusión y es un reto que no mueran los bares míticos de la ciudad”, explica. Lo primero ha sido dar un pequeño lavado de cara al espacio: más luz, una cocina renovada y una apuesta clara por la cercanía con el cliente. “Nuestra vida está dedicada a esto, al cliente. Creo que nos identificamos por eso”, afirma. En el local trabajan siete personas. “Estamos desde las ocho de la mañana hasta el cierre. El fin de semana alargamos hasta las doce o doce y media. El domingo cerramos a las cinco y el martes descansamos”.

No ofrecen menú del día, pero sí una carta breve de raciones para compartir. Han preferido mantener un enfoque práctico y fiel al espacio, que no es muy grande. “La idea era una barra bien surtida de pinchos, comida casera, la de la abuela, dándole una vuelta. Poco más”. Y funciona. Entre los productos que más destacan están la tortilla de patata, el frito de pimiento, los chipirones a la plancha, las manitas de cerdo o el ajoarriero. “Vamos poquito a poco conociendo el barrio, que se presenta y nos da la bienvenida. Estamos agradecidos”, dice. La decisión de abrir temprano también ha sido muy bien acogida. “Antes no se abría por la mañana, y nosotros hemos apostado por el café matinal con pincho y los almuerzos”, añade.

A pesar de su formación en Administración, Mari Fe ha estado toda la vida tras la barra. De hecho, comenzó muy joven en el bar familiar de la Rochapea, el Bar Arana, trabajando codo con codo con sus padres, Ignacio y Carmen, y su hermano Iñaki. “El bar al final se vendió y cada uno tomó su camino. Ahora solo quedo yo en la hostelería”, cuenta con una mezcla de nostalgia y orgullo. No tiene hijos, pero no descarta que alguien del equipo dé continuidad a este nuevo proyecto: “Quizá algún empleado se quede con el negocio. La idea sería que se quede en buenas manos”.

El nombre del local no lo ha dicho aún, pero en su tono se nota el cariño. Se trata del bar Cali, también conocido como California, ubicado en el número 18 de la calle Amaya, en pleno Segundo Ensanche. Fundado en 1952, el Cali ha sido durante décadas uno de los bares más queridos por los pamploneses. Cerró sus puertas el pasado 31 de octubre de 2024, cuando su anterior gerente, Ramón Otazu Larrauri, decidió jubilarse tras ocho años al frente del negocio. “La cosa va para adelante. Los primeros días fueron un boom por la novedad, pero hay que tener la cabeza fría. Esto es un camino largo”, reconoce Mari Fe.

El bar, cuya historia forma parte del alma festiva de Pamplona, fue en su día un hervidero de actividad: capeas, verbenas, cabezulios, campeonatos de mus y un programa propio de San Fermín con charangas, torico de fuego, pasacalles y hasta un chupinazo alternativo cada 6 de julio a la una de la tarde. “Nos contaban que cerraban la calle, montaban un pasacalles con Juan Cruz Alli al saxofón. El Cali era todo un acontecimiento”, recordaba recientemente Otazu.

Fachada del conocido bar Cali en el segundo Ensanche de Pamplona. Navarra.com
Fachada del conocido bar Cali en el segundo Ensanche de Pamplona. Navarra.com

En 1994, su asociación cultural llegó a tener 90 socios, un presupuesto anual de 300.000 pesetas –de las cuales 200.000 eran subvencionadas por el Ayuntamiento de Pamplona– y hasta un equipo de fútbol inscrito en el Trofeo Boscos desde 1959. Hoy, Mari Fe no descarta recuperar parte de esa historia: “Es complicado de recuperar, pero se intentará. Haremos algún guiño. Vienen clientes del antiguo local”.

Y aunque el Cali renace con aires renovados, el alma sigue siendo la misma: la de quienes entienden la hostelería como una forma de vida. “Espero jubilarme aquí. Hacerlo bien para continuar el camino y agradar a la clientela”, dice Mari Fe, mientras coloca otro frito en la barra.

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