• viernes, 26 de abril de 2024
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SOCIEDAD

Los bulos del Covid 'cazados' por la Universidad de Navarra: las vías por dónde se propagan

Los resultados de un estudio elaborado por cuatro profesores han sido publicados en un artículo en la revista norteamericana PLOS ONE.

Los investigadores del proyecto RRSSalud de la Universidad de Navarra: de izquierda a derecha, Ramón Salaverría, Mari Carmen Erviti, Pilar Martínez-Costa, Nacho López-Goñi y Bienvenido León. CEDIDA
Los investigadores del proyecto RRSSalud de la Universidad de Navarra: de izquierda a derecha, Ramón Salaverría, Mari Carmen Erviti, Pilar Martínez-Costa, Nacho López-Goñi y Bienvenido León. CEDIDA

Las redes sociales y las aplicaciones de mensajería son las vías de difusión más habituales de las noticias falsas de ciencia y salud relacionadas con la Covid-19, según un estudio realizado por profesionales de la Universidad de Navarra y del Barcelona Supercomputing Center enmarcado en el proyecto RRSSalud.

Los resultados de este estudio, publicados en un artículo en la revista norteamericana PLOS ONE, han sido presentados este miércoles en Pamplona por los profesores de la Facultad de Comunicación de la UN Ramón Salavería y Bienvenido León, autores de este artículo junto con los también profesores de este centro académico Pilar Martínez-Costa e Ignacio López Goñi.

Según ha indicado León, la plataforma de difusión más habitual de estos bulos sanitarios relacionados con la Covid-19 son las redes sociales y las aplicaciones de mensajería personal y el formato más utilizado es el del texto, aunque “la descontextualización ha sido bastante utilizada en fotografías” relacionándolas con situaciones o lugares erróneos.

León ha reconocido que puede parecer un contrasentido que una plataforma de comunicación privada como Whatsapp sea una de las principales vías de difusión de bulos, pero “precisamente por esa proximidad y confianza que nos despiertan las personas que están en nuestras redes tendemos a pensar que eso es cierto” lo que esas personas envían.

Los bulos más frecuentes, señala este trabajo, fueron aquellos referidos a resultados de investigación o sobre gestión sanitaria, están enmarcados en el ámbito internacional y utilizaron fuentes reales.

Precisamente esto último, ha explicado León, “complica la detección del bulo” debido a esta alusión como fuente a un científico o sanitario o porque mezcla la información real y la falsa.

A partir del análisis, los autores del artículo han establecido una catalogación de bulos diferenciando los de ciencia apresurada (aquellos referidos a ciencia que no ha tenido suficiente tiempo para consolidarse), ciencia descontextualizada, ciencia mal interpretada y falsedad sin base científica.

Esta tipología, ha señalado León, “puede servir de base para futuras herramientas de detección automática de bulos” que en la actualidad se están desarrollando para facilitar este trabajo.

Además, ha comentado, “haber podido identificar las características más frecuentes de los bulos permiten desarrollar programas de alfabetización mediática” puesto que “una herramienta importante para que la ciudadanía pueda detectar y filtrar estos bulos es tener conocimientos que cómo funcionan los medios y los bulos”.

Otro de los trabajos desarrollados a través de RRSSalud y que aún está en proceso de revisión, ha adelantado Salaverría, aborda por qué las personas creen las noticias falsas y “hay una cierta percepción de que nos creemos los bulos porque nos gustan” ya que si “un contenido falso refuerza nuestro punto de vista automáticamente tendemos a entenderlo como válido”.

Además, ha referido, centran el estudio en el “sesgo de sobreconfianza” que se da en las personas, pues “tienden a ser más confiadas de lo que deberían” al pensar que es difícil engañarles a ellos pero fácil engañar a los demás, una falsa seguridad más habitual cuanto mayor es el grado de estudios.

Según ha explicado Salaverría, el artículo publicado en PLOS ONE “Desinformación de ciencia y salud sobre la COVID-19” analiza el contenido de 533 bulos difundidos durante los tres primeros meses de la pandemia, del 11 de marzo al 10 de junio de 2020, y se centra en su relación con el conocimiento científico.

El proyecto, ha informado Salaverría, está financiado por la Fundación BBVA dentro del programa Ayudas a grupos de investigación científica y en un principio “pretendía analizar la información sobre salud”, pero la covid hizo que se enfocasen en la pandemia.

En los últimos dos años, ha indicado, el equipo ha desarrollado una serie de investigaciones que han analizado la tipología de los contenidos desinformativos, cuál es la capacidad de la ciudadanía para identificar contenidos falsos y verdaderos, las dinámicas de diseminación de contenidos informativos en redes y los factores que propician se crean los bulos.


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