Más de cien estudiantes de los colegios mayores Mendaur y Belagua, vinculados a la Universidad de Navarra, han participado este verano en una experiencia de voluntariado internacional en Italia y Portugal. Los jóvenes se han desplazado, como en años anteriores, a Padua y a Fátima para convivir y acompañar a personas con discapacidad intelectual en centros especializados.
El proyecto, que se repite cada verano, ofrece a los residentes de ambos colegios mayores la posibilidad de organizarse en distintos grupos y turnos semanales para permanecer el mayor tiempo posible en contacto con los pacientes. En Padua han colaborado con la Obra de la Providencia de San Antonio (OPSA), una fundación de la diócesis local, mientras que en Fátima lo han hecho en el Centro de Apoyo a Discapacitados Juan Pablo II.
La actividad diaria de los voluntarios ha consistido en acompañar a los residentes en tareas sencillas y momentos de ocio, como realizar dibujos, completar puzles, pasear o ver películas. Aunque al principio algunos dudaban de la utilidad de esta labor, pronto comprobaron su impacto. “Cuando entré en la zona del hospital donde viven los pacientes, me impresionó la alegría con la que me miraban, era como si hubieran estado esperándome mucho tiempo, y era la primera vez que había ido”, ha relatado Jaime García Ortega, estudiante del colegio mayor Belagua.
Uno de los aspectos más destacados de la experiencia ha sido la comunicación no verbal. Muchos pacientes no hablan o apenas pronuncian frases comprensibles, pero, como explica Javier Fernández-Álava Sánchez, voluntario de Belagua por segundo año consecutivo, “es muy sorprendente cómo se expresaban con nosotros a través del tacto, me daban la mano o me cogían del brazo, a veces me abrazaban sin un motivo. Eso era lo que querían y el tacto lo aprecian mucho, sobre todo el afecto”.
En Fátima, los universitarios también vivieron momentos de gran intensidad personal. “El voluntariado me ha ayudado mucho porque en la fragilidad de las personas a las que procuramos cuidar, pudimos encontrar de forma palpable a tantos que sufren en este mundo. En su mirada, en la que muchas veces no adivinabas qué estaban pensando, descubrías un cariño que te daba la fuerza para seguir sirviéndoles”, ha destacado Diego Torrent, del colegio mayor Mendaur.