Juan Iribas

Hace tres años y medio redacté el primer relato de los casi 200 que, de forma sucesiva, he venido publicando todos los viernes.

Cuando fuimos a continuar la marcha, me preguntó si me había fijado en la pintada.

40.066 kilómetros. Esa es la distancia que recorrerías si dieras la vuelta al mundo siguiendo la línea del ecuador.

Hoy las mujeres empieza a dominar la posesión del partido y otras cifras.

Lo meten en una caja de corcho con hielo por encima. Lo transportan hasta su destino. Pero no se cierra el círculo...

Al salir, introdujo una tarjeta de su padre, que se encontraba de viaje, en aquella caja pequeña de metacrilato...

Me acuerdo que gesticulé a la camarera mostrándole la panera vacía mientras le guiñaba un ojo a mi compañera de la facultad...

Volvía de trabajar por la A-15 con la música a todo volumen.

Aquel retrete no pasaría “la prueba del algodón”, pero uno iba a lo que iba, así que ahorraré los detalles, salvo uno.

Aquella frase me encantó, aunque, no sé por qué, me encajaba más poder leerla en Twitter que vivirla...

He de confesar que me sentí Richard Gere e incluso sonreí.

Él gasta sus energías en despotricar. Ella ahorra. Ahorra dinero para, algún día, cumplir sus sueños.