- domingo, 11 de mayo de 2025
- Actualizado 00:00
Se publicita estos días ante el regocijo de unos y la irritación de otros, la derogación de la Ley foral 24/2003 de Símbolos de Navarra por parte de nuestros inquietos legisladores forales, por otra parte, tan volubles en el uso –quita/pon quiero decir- de la bandera de la Unión Europea.
En distintas ocasiones se ha tratado de utilizar, desde el mundo nacionalista, la actuación de mi padre, Tomás Caballero, en su calidad de Alcalde de Pamplona, en relación con la colocación de la ikurriña en el Ayuntamiento en 1977, para justificar su pretensión de que ondee ahora en las instituciones de Navarra.