- lunes, 09 de diciembre de 2024
- Actualizado 00:00
Cuando hace unos días me crucé en el paseo marítimo de Marbella, a las 8 de la mañana, con Patricia, la ex mujer de Mario Vargas Llosa y su hijo Gonzalo, o días después con el super ministro de Economía Luis de Guindos pensé que la suerte estaba de mi lado por haberme levantado tan temprano a hacer ejercicio.
Hay quien piensa que a Marbella se viene a presumir del último modelo de Rolex o de Mercedes, y algo de razón tienen quizá porque nadie les ha dicho que el ocio no excluye que puedas asistir a uno de los acontecimientos artísticos más importantes del verano que desde hace varios se celebra en el Congreso de Exposiciones, en plena Milla de Oro.
En Marbella hay dos mundos diferenciados, inconfundibles, que en contadas ocasiones llegan a mezclarse. Está el de quienes llegaron hace años y cambiaron la fisonomía de un pueblo de pescadores en la gran ciudad que es y el de quienes según mi amigo Eduardo Mackintosh, están descubriendo los encantos.