- domingo, 15 de junio de 2025
- Actualizado 10:20
No ha sido muy alto ni brillante en las últimas legislaturas el nivel parlamentario en el Congreso, en parte por la severas limitaciones ideológicas y oratorias de la mayoría de los diputados y portavoces, en parte por la degradación del debate político a resultas de la mayoría absoluta y despótica del Partido Popular en los últimos tiempos, pero a la vista de la inicial aportación de alguna de las nuevas incorporaciones, sustanciada en la presente sesión de investidura, el dicho nivel puede acabar arrastrado por el suelo.
Sancho Garcés III el Mayor, ilustre rey de Navarra que ostentó bajo su corona parte de las actuales Aragón, Cataluña, Cantabria, Vitoria, Castilla y La Rioja, no hubo otra España igual hasta los Reyes Católicos y es por eso que Sancho "el Mayor" de la misma dinastía que Sancho "el Fuerte" (el del sello personal del Arrano beltza que los abertzales como ella y como la ETA tanto admiran) se hizo llamar nada más y nada menos que "Imperator totius Hispaniae", y lo mejor, que esto fue en el año 1030.
Entre los muchos análisis que se han hecho sobre la votación de los militantes socialistas acerca del pacto PSOE-Ciudadanos, acaso el menos difundido sea el más significativo: los socialistas habrán votado en mayor o menor porcentaje, con más o menos entusiasmo, pero lo que sí han votado muy mayoritariamente, al hacerlo a favor del pacto con Albert Rivera, es en contra de una alianza con Podemos.
Pablo Iglesias juega fuerte. El programa de "gobierno de coalición" que ofrece al PSOE no es un pacto, es un trágala. Sabe que Pedro Sánchez en nombre de su partido no puede aceptar el compromiso de celebrar en Cataluña un referéndum de autodeterminación, pero, aún así, lo reclama como aperitivo.