Hay casas rurales donde uno va a dormir y descansar. Y hay otras que invitan a quedarse fuera, a alargar sobremesas a la sombra, a pasear sin mirar el reloj o a leer escuchando solo el viento. Así es Luka Etxea, donde el verdadero corazón late en el exterior.
Está muy cerca de otros establecimientos que hemos conocido en este apartado de comercio local, como es el caso de la pizzería Panpinela de Eraul en Tierra Estella.
Se trata de un jardín de 100 metros cuadrados en el que no falta de nada. Hay terraza para tomar el sol, una mesa bajo las moreras, barbacoa cubierta para celebraciones en grupo, huerto ecológico y hasta un prado privado con almendros y avellanos que invita a andar descalzo.
En los días claros, desde ese pequeño oasis se divisan las siluetas de tres sierras navarras: Loquiz, Urbasa y Andía. El canto de los pájaros, el aroma de las hierbas y el crujir de las ramas lo convierten en un refugio ideal para quienes buscan naturaleza sin artificios.
“Hemos querido crear un lugar donde el tiempo vaya más lento”, explica su responsable, Pilar Quintana, que ha abierto este alojamiento rural pensado para un máximo de siete personas.
La casa, construida en dos plantas, ha sido equipada con lo imprescindible para una estancia cómoda pero sin lujos innecesarios. En la planta baja hay un salón, una cocina con estufa de leña —que regala una calidez especial en los meses de frío—, un baño con ducha y una alacena con lavadora y productos de limpieza.
En la parte superior, cuatro habitaciones con nombre doble —en euskera y castellano— rinden homenaje a los cultivos del entorno: Ekilorea - Girasol, con cama de 1,40 x 1,80; Garagarra - Cebada, con dos camas de 90 x 200; Oloa - Avena, con cama de 1,40 x 200; y Garia - Trigo, la más íntima, con cama de 1,05 x 1,80 y aseo propio.
Luka Etxea se encuentra en Zábal, un concejo del Valle de Yerri que no llega al centenar de habitantes. Está rodeado de campos de cereal y olivos, a cinco minutos del Monasterio de Irantzu y del Embalse de Alloz, y a diez minutos en coche de Estella, donde los vecinos hacen la compra o acuden a consulta. Muy cerca está también Abárzuza, referencia para servicios sanitarios y educativos.
Además de su localización privilegiada, el entorno ofrece rutas para BTT, paseos entre hayedos, viñedos y robledales, y un ambiente sereno que cambia según la época del año. Durante el invierno, la sociedad del pueblo funciona como punto de encuentro entre vecinos. En verano y fines de semana, se anima con la llegada de familias con segunda residencia, muchas de ellas procedentes de Pamplona y del País Vasco.
Las fiestas patronales se celebran el tercer fin de semana de junio, de viernes a domingo, y el 23 de noviembre, por San Clemente, patrón de la localidad. Como actividad económica, además de agricultores profesionales y granjas de pollos, Zábal cuenta con un original proyecto: Baku-Barrikupel, un taller que diseña elementos decorativos con materiales reciclados, piezas únicas que encajan a la perfección con el espíritu de sostenibilidad que respira Luka Etxea.
