COMERCIO LOCAL
El coqueto bar de Pamplona que encuentra el deseado relevo apenas un mes después de su cierre
Mantiene el mismo estilo y decoración, moderno y acogedor, para que los clientes que regresan no noten la diferencia.
Un bar muy querido del barrio de Iturrama, en Pamplona, ha pasado página sin apenas descanso. Mi Pequeña Venezia, que había servido cafés, dulces y pequeños platos con acento venezolano durante seis años y medio, echó el cierre en octubre. Lo sorprendente es que sólo un mes después ha vuelto a abrir con nuevo dueño, y muchos vecinos ya han recuperado el camino a su barra favorita.
El local está en la calle Abejeras 20, muy cerca de la pescadería hermanos Arlegui, donde se hizo un hueco íntimo en el barrio, a medio camino entre cafetería, bistrot y dulcería. Conservó el logotipo original de la familia venezolana que lo impulsó y ganó clientela a base de cercanía y sabor casero.
Durante todo este tiempo la responsable ha sido Carla Barazarte, una venezolana que llegó a Pamplona hace trece años y que nunca ha sentido frío en esta esquina del barrio. Para ella, aquel pequeño negocio era casi una prolongación de las casas de los vecinos.
“Los vecinos se han portado súper bien. Nos sentimos el patio trasero de los vecinos, como su casa. Los clientes vienen, se sientan sin molestar como si estuvieran en el salón de su casa. Te ayudan a recoger las cosas y es una sensación muy agradable”, expresaba agradecida.
El cierre no llegó por falta de cariño. Tras varios meses con el cartel de traspaso, Carla decidió dar el paso y lo comunicó a través de un mensaje de despedida que desprendía afecto y calma. “Querida familia, hace una semana hemos cerrado una etapa en este camino particular que se inició un 6 de junio".
"Seis años y cuatro meses para ser exactos, que nos permitieron conocernos, estrechar lazos y crecer cada día con cada uno que se sumaba a esta extraña familia”, anunciaba con emoción. Y, a modo de reflexión personal, también compartió su decisión sin dramatismo: “Quiero que sepan que me voy orgullosa y tranquila por todo lo aprendido y vivido. Era un cambio que necesitaba dar, para seguir adelante con mi proyecto de vida”.
El relevo llegó rápido. Ahora el local está en manos de Aiguo Liu, de 43 años, quien ha decidido mantenerlo como cafetería bajo el nombre de Cafetería Liu. Apenas lleva unas semanas detrás del mostrador, pero su sonrisa parece la de alguien que ha encontrado lo que buscaba.
Ha trabajado diez años en el sector de la alimentación en el mismo barrio y llevaba tiempo fijándose en ese pequeño espacio. Sobre Pamplona, lo tiene claro: “Mejor que en Barcelona o Madrid porque son demasiado grandes. Ahora voy bien. Los clientes están contentos. Tengo aquí a la mujer y a mi hijo de diez años que va ahora al colegio”, comenta satisfecho mientras atiende a su nueva clientela.
Así, el bar de la esquina de Abejeras ha cambiado de manos sin perder su pulso. Y aunque el nombre ya no es el mismo, el ambiente sigue siendo el de siempre: el de una cafetería de barrio a la que muchos regresan como si nunca se hubiera cerrado. De hecho, está con el mismo estilo y decoración que con la anterior dueña.