• sábado, 31 de mayo de 2025
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COMERCIO LOCAL

La celebración del bar de un pueblo de Navarra que cumple casi 50 años y recuerda “a los que comenzaron este sueño”

“Siempre hemos sido discretos a la hora de funcionar, sin intentar sobresalir mucho, pero sí se nos ha reconocido el trabajo", aseguran con emoción.

Jesús Rebollo García en el hotel Ekay en el pueblo navarro de  Ecay de Lónguida. Navarra.com
Jesús Rebollo García en el hotel Ekai en el pueblo navarro de Ecay de Lónguida. Navarra.com

Ella, de Ekai. Él, de Trujillo, tierra extremeña. Juntos formaron una familia, se embarcaron en un proyecto común y, sin hacer ruido, lograron transformar un pequeño bar de pueblo en un punto de encuentro para generaciones enteras.

La localidad está muy cerca de Aoiz, la capital de la Merindad. A pocos kilómetros de Irati Padel que dirige Imanol Otano desde hace pocos meses, y de jabones Montse de Montse Bueno Adot.

El año era 1978 y el matrimonio compuesto por Luis Rebollo y Alicia García decidió abrir un negocio en el pueblo natal de Alicia. Él se encargaba de la barra. Ella, junto a su hermana Charo, lideraba la cocina. Y como en tantos negocios familiares, sus hijos, José Luis y Jesús, echaban una mano cuando no tenían clase.

Con el paso del tiempo, aquel bar sencillo en un rincón del valle fue creciendo con ellos. Sirvieron cafés, menús caseros, cenas familiares, bautizos y muchas sobremesas. No había prisa y sí mucho cariño. “Yo con solo doce añitos ya ayudaba en casa”, recuerda hoy Jesús Rebollo García, conocido por todos como Chuchín, el hijo menor. Lo dice desde la tranquilidad que da haber vivido todas las fases del negocio, desde el primer día hasta hoy.

Ahora, 47 años después de aquella primera apertura, el pequeño bar es un hotel con 20 habitaciones, un restaurante para 120 personas, terraza y bar con amplio aparcamiento. Se llama Hotel Restaurante Ekai, y se encuentra en la localidad navarra de Ecay de Lónguida, en pleno corazón de la Merindad de Aoiz. Lo dirige el propio Jesús, que con 59 años ha tomado el testigo definitivo de la empresa familiar.

Aunque estudió Periodismo en la Universidad de Navarra, pronto entendió que su lugar estaba más cerca de los fogones y de la barra. “En 1996 nos animamos a hacer el restaurante y el hotel, planta por planta, poco a poco. Fue cabezonería emprender en el pueblo natal de uno, y es que siempre tiran las raíces”, explica con orgullo.

Asumieron la gestión definitiva en 1990, junto a su cuñada Isabel Leache y su hermano José Luis, ya jubilados. Desde entonces, Jesús lidera el proyecto en solitario, al frente de un equipo de 23 trabajadores. “Es una empresa de referencia en el valle y en la comarca. Es una manera sostenible de mantener el trabajo local y el trabajo femenino. Luchando mucho, pero contentos”, señala.

Este mes de mayo han celebrado los 47 años desde que abrieron el bar por primera vez. Jesús ha querido rendir homenaje a sus padres con unas palabras muy personales en sus redes sociales: “Feliz 47 aniversario. Hoy celebramos los cuarenta y siete años de nuestro querido bar Ekai. Desde su inauguración el 7 de mayo de 1978, este lugar no solo ha servido comidas y bebidas, sino también momentos inolvidables”.

En su mensaje ha querido destacar también el esfuerzo colectivo: “Que este aniversario sea un homenaje a aquellos que comenzaron este sueño y a quienes lo siguen manteniendo vivo con esfuerzo, cariño y pasión por muchos años más, compartiendo juntos esta historia”.

A lo largo de su trayectoria, el hotel ha recibido varios premios y reconocimientos, aunque, como apunta Jesús, nunca han buscado destacar más de la cuenta. “Siempre hemos sido discretos a la hora de funcionar, sin intentar sobresalir mucho, pero sí se nos ha reconocido el trabajo. El cliente es el que al final te recompensa con sus valoraciones”. Reconoce que ha habido años difíciles, pero también que el negocio “remontó en 2023” y ahora tienen buenas perspectivas, aunque con la cautela que marca la situación económica.

La oferta gastronómica se ha diversificado sin perder el espíritu familiar. “Tenemos un menú del día a muy buen precio, de lunes a viernes, pensado para la gente que trabaja por aquí. Luego hay un menú más especial los fines de semana, uno infantil y una carta de cafetería con cosas más informales, para todos los bolsillos”, detalla.

Con los recuerdos bien vivos y la mirada puesta en el futuro, Jesús Rebollo insiste en cuál ha sido siempre el secreto: “Buena atención, buen producto, personalidad e implicación por parte de todos”. Lo dice sin adornos, como quien ha visto pasar los años desde la barra y la cocina, construyendo cada día un negocio que ha echado raíces firmes en un pequeño pueblo de Navarra.

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