Garbiñe Jerez Apesteguía (42 años) y Mikel Falces Ardanaz (41 años) cargan ya las pilas para la llegada del verano a Pamplona. En su obrador, preparan estos días helados de más de una treintena de sabores. Algunos más modernos, como el de galletas Oreo o Kinder Bueno. Pero otros tienen un regusto a tradición. Por ejemplo, el de Turrón o Tutti Frutti. No es para menos, este matrimonio es la tercera generación de la heladería Los Jijonencos. Un negocio familiar con clientes de toda la vida.
"Lo montó mi abuelo", comenta orgullosa ella. Y cuenta que toda su familia venía todos los inviernos, desde Jijona, a Pamplona para vender Turrón. Más adelante, la familia decidió quedarse todo el año en la capital navarra y tuvo que buscar una ocupación para el verano. Se decantaron por montar la heladería, que este año cumple 75 años. "Empezó primero en Pozoblanco y, en el año 49, se trasladaron a la ubicación actual (nº12 de la calle Media Luna)", rememora Jerez. Su padre siguió los pasos de su abuelo y, hace casi 10 años, ella tomó las riendas del negocio. "Ya trabajaba en la heladería desde hacía un par de años, contratada por mi madre. Cuando ella se jubiló, me animé a llevar el negocio y convencí a Mikel para que se uniera", recuerda.
La heladería de Los Jijonencos es un pequeño rincón, alejado del ajetreo del centro, por el que pasan a degustar helados muchas generaciones de pamploneses diferentes. "Ahora esta zona se ha quedado un poco muerta, pero mucha gente nos conoce y se desvía para disfrutar de nuestros helados, polos caseros o nuestros plátanos", asegura. Su madre solía contarle que, hace años, en esta misma zona había un paseo hasta la Medialuna. "Ella se refiere a él como el paseo de los enamorados y cuenta que era habitual que las parejas compraran un helado y continuasen su camino".
Desde que su padre y su madre se jubilaron, hace 13 y 9 años, respectivamente, Jerez y su marido le han dado "una vuelta" al negocio familiar. "Hemos cambiado la fórmula de los helados y hemos introducido sabores nuevos", reconoce Jerez. Falces, especifica que entre los sabores nuevos están, por ejemplo, el de Oreo, Kinder Bueno o el de pasta de canela. "Son más laboriosos de hacer", reconoce él. Y explica que la forma de hacer helado ha cambiado en general: "Antes, los ingredientes se echaban un poco a ojo y ahora están muy medidos".
"Tenemos el problema de que la vitrina es pequeña, así que muchas veces nos piden sabores nuevos, pero para incorporarlos tenemos que retirar algún otro", lamenta Falces. Su mujer explica que suele haber 26 sabores de helado diferentes. "Pero hacemos unos 36", remarca. Para darles salida a todos ellos, los van intercambiando. Aunque hay algunos fijos porque "no pueden faltar nunca". Por ejemplo, el de chocolate, vainilla o avellana.
Esta heladería de Pamplona se conocía en sus inicios por el helado de turrón. "Eso ha ido cambiando y ya no es el que más vendemos", comenta Jerez. Aún así, muchos clientes apuestan por los sabores tradicionales. "Se sigue pidiendo el de Tutti Frutti. Es un sabor más antiguo".
Ocurre lo mismo con el plátano helado, uno de los productos típicos de Los Jijonencos. Se trata de unas obleas, con forma de la fruta en cuestión, rellenas de helado de plátano. "Vienen abuelos con los nietos y nos cuentan que ellos también venían con sus abuelos cuando eran niños. Ahora, son ellos los que les compran un plátano helado a sus propios nietos", comenta Falces emocionado. Y los dos coinciden en que, quizás, esas escenas son lo más gratificante de su trabajo.
"Somos de clientela fija", pone en valor Jerez. Y destaca que, a diferencia de otras heladerías del centro en las que buena parte de la clientela son turistas, en Los Jijonencos los clientes son, en su mayoría vecinos de Pamplona.
Tras la temporada de Navidad, en la que la vitrina de los Jijonencos se llena de turrones y dulces navideños, el matrimonio empieza a producir helado hacia marzo. Solemos aguantar hasta septiembre, aunque depende un poco de cómo esté el clima. No obstante, matizan que no producen a gran escala: "No queremos acumular y tener mucho helado extra, pero sí que vamos preparando una pequeña reserva para no quedarnos sin un sabor en el día a día", indica él. Su obrador tiene capacidad para producir una cantidad máxima de 300 litros de helado al día. "Pero no es lo usual. Solemos hacer menos", puntualiza Jerez.
En estos años, los dos han apreciado un cambio de tendencias en sus clientes. Por ejemplo, los cucuruchos han ido perdiendo popularidad. "Ahora se pide más en tarrina", confirma Falces. Y su mujer subraya que se pregunta, cada vez más qué lleva el helado: "La gente se preocupa más por azúcares o los ingredientes naturales". Esto ha provocado que Los Jijonencos tenga un helado sin azúcar. "Lleva edulcorantes y solemos tener sólo de un sabor, pero lo vamos cambiando. En estos momentos es de vainilla", concreta.
En ese sentido, su marido subraya que los helados de Los Jijonencos no llevan tanto azúcar como piensan muchas personas. "El otro día vino un señor que nos preguntó si el helado llevaba un 50% de azúcar. Cuando le dije que el porcentaje era mucho menor, pidió más", comenta. Y, a colación de la anécdota, insiste en que, "si echas un sobre monodosis de azúcar al café, seguramente te estás tomando en proporción más azúcar que con el helado".
Además de los helados, en esta heladería de Pamplona, los polos artesanales son otro de los productos de toda la vida que siguen haciendo la boca agua a los clientes. Sin duda, los de leche merengada y los de chocolate son los favoritos de muchas personas. "En los inicios de la heladería se hacía algún otro sabor. Por ejemplo, el de vainilla. Todavía me preguntan si lo volveré a hacer. Pero, por el momento, no me atrevo porque no me acuerdo de él y no tengo la referencia del sabor", justifica Jerez.
A este matrimonio le encanta pasar horas en el obrador creando productor nuevos. "Tenemos una chica contratada, Irarti, que no echa una mano en la tienda entre semana para que podamos estar en le obrador", explica Falces. En esta década al frente de los Jijonencos les ha dado tiempo a incorporar nuevos productos, como los batidos o las tartas heladas personalizadas. "Hemos hechos formaciones y disfrutamos mucho trasteando en el obrador y creando cosas nuevas", cuenta Jerez. "Cuando una receta no termina de salir, estoy venga darle vueltas para mejorarla", asegura Falces.
Los dos se muestra agradecidos con el apoyo que reciben de su clientela, tanto la de siempre como la nueva. Los dos coinciden que, a raíz de la pandemia del coronavirus, mucha gente descubrió la heladería de Los Jijonencos. "Muchas personas empezaron a pasear por calles y zonas que no recorrían antes. Cuando nos empezaron a dejar juntarnos con gente, tuvimos varios casos de gente que venía a por helado porque unos amigos suyos habían llevado a alguna comida o cena", constata Falces.
Sólo el tiempo dirá si esos niños que estos días se asoman a la vitrina de Los Jijonencos traerán a sus nietos de la mano, para comprarles un plátano helado, dentro de unos años. Lo que está claro es que el matrimonio celebra el 75 aniversario del negocio familiar con mucha ilusión. Y espera seguir viendo crecer, helado en mano, a muchos niños de Pamplona.
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