El 15 de mayo de este mismo año fue un día trágico para Sara Mangado y su local. Rodeada de bomberos, policías y personal médico, observaba cómo las paredes y techo de su establecimiento en el Segundo Ensanche de Pamplona se cubrían de hollín. La tienda de calzado, heredada de su padre, había formado ya gran parte de su vida.
El oficio de Sara es el de reparar zapatos, y su local es conocido como Reparación de Calzado Mangado, ubicado en la calle Amaya 23. Este negocio se encuentra muy cercano a otros muchos locales que hemos visto en esta sección de comercio local.
Locales como la Pastelería Torrano, famosa por sus coronillas o el mismísimo Mercado del Ensanche, el cual celebra este año su 75 aniversario desde que abrió.
Sara Mangado Munárriz, actual dueña de Reparación de Calzado Mangado, perdió gran parte de los materiales de su tienda hace poco más de un mes. "La máquina que repara absolutamente todo, que se llama banco de finisaje, sobre las 11.30, que yo supongo que empezó a hacer humo de antes, decidió arder", relata.
"Llegamos aquí y fue tremendo porque ves a los bomberos, a la ambulancia, a la policía, y que sale humo y que no sabes qué está pasando dentro. Tuve mucho miedo. Tardaron en entrar muchísimo porque, aunque no había mucha llama, el caucho de la suela de los zapatos genera mucho humo negro. Y estuvieron hora y media hasta que lo apagaron", continúa Sara.
Ahora, un mes después de los acontecimientos, el establecimiento reabrirá este 17 de junio. Sara confiesa que está muy nerviosa por volver a poner en marcha el negocio: "Cuando pasó esto, ya pensé que íbamos a estar cerrados seguro unas tres semanas. Yo espero que los clientes me estén esperando. Tengo un poco de miedo. Pero ojalá que no me cueste arrancar".
Pero antes de volver manos a la obra, ha habido mucho que hacer en la tienda para abrirla al público. "Las paredes estaban reventadas, el techo también, los focos estaban derretidos de la temperatura que hacía y tuvieron que venir a hacer obra. Todavía estoy colocando estanterías, zapatos, limpiando. Si pasas el dedo, todavía sale hollín. Queda mucho que hacer y limpiar porque el humo se mete por todo", explica la responsable de la tienda.
Además, también hubo que hacer encargos de mucho material puesto que, según Sara, "la parte de arriba de la tienda estaba llena de pieles y más del 95% se han echado a perder. Caucho y suelas también una barbaridad". Por suerte, el calzado de sus clientes no sufrió ningún desperfecto y pudo rescatarlos del incendio.
A pesar de que el incidente con su anterior máquina le supuso el cerrar temporalmente, su afán por reparar zapatos no ha disminuido: "Espero jubilarme aquí porque me gusta. Me gusta el trabajo y me lo paso bien con la gente. Lo que más me gusta de hacer zapatos es que es muy creativo. Y luego es muy guay hacer el proceso de la reparación de los zapatos y ver qué les parece a la gente".
Sara, aunque estudió Diseño Gráfico en Madrid, decidió ayudar a su padre con el local y tomar el relevo. "Él me enseñó a mí el oficio y con la tontería llevo aquí 6 años desde que se jubiló mi padre. Cuando estudiaba Diseño me veía siendo diseñadora por todo el tema de la creatividad. Y al final por una cosa u otra he acabado trabajando en algo que me permite ser creativa y pensar en muchas posibilidades", comenta.
Sin embargo, también hay otras preocupaciones: "A no ser que aparezca una generación que se ponga a aprender el oficio de zapatero trabajando como aprendices, no lo veo bien el futuro. Ahora hay cursos que te enseñan a arreglar zapatos en dos meses pero eso no sirve. Para trabajar en un oficio tienes que estar ahí mucho tiempo viendo y haciendo. Yo llevo diez años trabajando y todavía sigo aprendiendo".
"También es verdad que hay mucho zapatero de la edad de mi padre que se está jubilando. No es un negocio en el que se jubilen cinco y lleguen otros cinco. Se está perdiendo un poco, como todos los oficios. Con los herreros o los carpinteros ya está pasando", finaliza Sara.
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