PAMPLONA
Asirón señala su nuevo objetivo, un monumento de Pamplona que ha cumplido 75 años: “Es un insulto”
Según el alcalde, "la leyenda montada en torno a San Ignacio en Pamplona es una patraña”
El monumento a San Ignacio de Loyola ha vuelto al centro del debate en Pamplona. El alcalde Joseba Asirón (EH Bildu) ha puesto sus ojos en esta escultura histórica, que acaba de cumplir 75 años y que se alza en el corazón de la ciudad desde 1950.
Tras su intento de cambiar el nombre a la avenida del Ejército, desterrar las estatuas de los Reyes de Navarra y modificar el monumento a los Caídos, el regidor ha señalado ahora su próximo objetivo.
En una colaboración publicada el 26 de octubre en un medio local en el que colabora, Asirón cuestiona directamente la figura del santo y su relación con la capital navarra. “Sabemos que la leyenda montada en torno a San Ignacio en Pamplona es una patraña”, afirma el alcalde, que concluye con una declaración contundente: “El monumento a Iñigo López de Oñaz es un insulto a la historia de Navarra y a la memoria de quienes a lo largo de ocho siglos defendieron y sostuvieron su independencia”.
El monumento, que representa a San Ignacio herido en una camilla, se encuentra en un pequeño jardín frente a la iglesia de San Ignacio, en la confluencia de la avenida de San Ignacio con las calles Cortes de Navarra y García Castañón. Fue inaugurado el domingo 8 de octubre de 1950, a las seis de la tarde, en un acto solemne al que acudieron autoridades y vecinos.
Aquel día, el entonces alcalde, Miguel Gortari, ofreció un discurso en el que repasó la vida del santo, subrayando su caída en el recinto amurallado de Pamplona y su amistad con San Francisco Javier, forjada en París. “Comprenderéis bien el significado de este monumento”, dijo ante los asistentes, aludiendo al papel decisivo de la Compañía de Jesús en el mundo.
También intervino el obispo Delgado Gómez, quien comparó la caída de San Ignacio con la de San Pablo y destacó el ejemplo de ambos santos “para la edificación del Cristianismo”, según la prensa navarra.
Deseó que el monumento sirviera como “avisador constante para la reforma de la vida y la práctica de los Santos Ejercicios”, y felicitó al Ayuntamiento y a la ciudad por la creación de esta obra. La ceremonia concluyó con la interpretación de la Marcha de San Ignacio por parte de la Banda Municipal.
La historia del monumento no ha estado exenta de episodios convulsos. El 11 de enero de 1986, un grupo de personas arrancó la cabeza de una de las estatuas que acompañan al santo y el pie de San Ignacio, además de pintar su rostro de rojo.
Las piezas se recuperaron y la escultura fue restaurada poco después. Sin embargo, el 2 de junio de 1991, volvió a ser atacada: el santo apareció sin cabeza ni pies, que fueron nuevamente cortados y más tarde repuestos.
La obra que hoy preside este cruce de calles es una copia en piedra del grupo escultórico en bronce que se conserva en Loyola, en el vestíbulo de la Casa de San Ignacio. El original fue creado por el escultor catalán Juan Flotats, y representa el traslado del santo herido de Pamplona a Loyola en mayo de 1521.
La copia pamplonesa es obra del escultor navarro Áureo Rebolé, quien reprodujo fielmente la composición original para rendir homenaje a una figura que marcó un episodio decisivo en la historia religiosa y cultural de Navarra.