Enrique Villarreal ‘El Drogas’ ha regresado esta noche al nido dispuesto a dejar sin garganta al público de Pamplona, ese que dio alas a aquel chaval del barrio de la Chantrea, y lo ha hecho con su nueva banda en la gira con la que ha recorrido medio país celebrando el 40 aniversario de Barricada, grupo junto a la que se convirtió en un mito del rock español.
12.000 gargantas han tronado para recibirle en un Navarra Arena convertido en el salón de su casa, aforo completo para un concierto muy esperado entre los pamploneses y es que más del 80% de las entradas se vendieron en la primera semana, a casi un año vista.
Sobre el escenario Enrique Villareal ha brillado sin descanso durante más de dos horas junto a la banda que le acompaña desde 2008 con Brigi a la batería, Flako al bajo y Txus Maraví a la guitarra en uno de esos conciertos de mucha música y poco hablar.
Sobre el escenario ningún artificio, ni falta tampoco de ello con uno de los mitos vivientes del panorama nacional desbordando carisma como cada vez que se pone frente aun micrófono.
Mientras a sus pies y en las gradas le ha arropado un público de esos que visten canas o directamente ya no tiene mucho vestir pero que han demostrado la misma entrega de que aquellos críos que fueron muchos de ellos cuando hace décadas corearon sus primeras canciones de Barricada.
Como bienvenida la pista al completo la recibido a El Drogas y su banda saltando a unísono con el brazo en alto al ritmo de los primeros compases de ‘La silla eléctrica’, tema con la que El Drogas se ha zambullido en un recorrido por los cuatro primeros discos de Barricada: ‘Noche de rock&roll’, ‘Barrio conflictivo’, ‘No hay tregua’ y ‘No sé qué hacer contigo’.
Entre temas como ‘Esperando en un billar’, ‘Barrio conflictivo’, ‘Mañana será igual’, ‘Contra la pared’, ‘No sé qué hacer contigo’ y ‘A toda Velocidad’ se ha colado ‘‘Bahia de Pasaia’, canción incluida por primera vez en el recopilatorio ‘Los singles’ (1995) y que no vio la luz antes por la censura discográfica.
Con un escueto pero a la vez icónico “agusto” El Drogas ha cambiado de tempo dado paso a temas más recientes y relajados como ‘Deja que esto no acabe nunca’, ‘Sofokao’, ‘Pétalos’, ‘No sé bien porqué’ o ‘Problemas’.
De ahí directo directo al cielo con ‘Ninguna bandera’ para un maratón del más puro rock&roll capitaneado por un Drogas entregado que tras más de una hora de concierto solo ha cedido a tomarse un respiro para beber y coger dos bastones que lejos de prestarle algún tipo de apoyo no han hecho más que ratificar su autoridad sobre el escenario.
Lo mejor siempre queda para el final y en esta ocasión no iba a ser distinto, un postre que ha inaugurado ‘Todos mirando’ para dejar paso a dos de los temas más icónicos de Barriada cazando ‘Balas blancas’ para aquella oveja negra que “quiso dar un paso hacia delante y andar sin grilletes” tirar del gatillo de “No hay tregua”.
Con ‘Esta noche no’ entonada en sus últimos compases por el público en solitario ha quedado momentáneamente desierto el escenario corroborándose que, al menos en Pamplona, eso de “otra, otra” está ya pasado de moda, quizás por repetición o porque perro viejo sabe ya que el bis lo tiene asegurado.
Sea como sea aún quedaban diez minutos de éxtasis con ‘Esta es una noche de Rock & Roll’, ‘Animal caliente’ y el inconfundible rasgueo de ‘En blanco y negro’ para dar fin a una noche de recuerdo y homenaje para una de las bandas que han escrito Navarra en negrita dentro de la historia reciente del rock.
El final fue apoteósico, pero no quedó atrás el comienzo del evento con el rhythm and blues desbordante de los teloneros de El Drogas, ‘La Perra Blanco’, un trío de La Línea de la Concepción encabezado por la voz y la guitarra de una Alba Blanco que solo dos canción tardó en tirar uno de sus zapatos al público.
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