El monumento al encierro de Pamplona es el más visitado en las fiestas de San Fermín. Este año 2024 se cumplen treinta años desde que se colocó una gran escultura de bronce en la esquina de la avenida de Roncesvalles y la avenida de Carlos III.
El Ayuntamiento de Pamplona encargó, en 1991, a quien fuera por entonces director de la escuela pamplonesa de Artes Aplicadas, el bilbaíno Rafael Huerta Celaya, la realización de un monumento a la fiesta de San Fermín en bronce patinado, con un presupuesto de 10 millones de pesetas.
La escultura de más de 1.500 kilos de peso se colocó el 5 de julio de 1994. Constaba de dos corredores que tratan de llevarse a un toro retrasado, sin duda una de las figuras más representativas del en cierro. Los corredores se apoyan solamente en dos pies, algo que Rafael Huerta logró gracias a la compensación de volúmenes hacia un lado y otro del punto de apoyo.
El boceto original de la obra con seis toros, tres cabestros y diez corredores, compuesto por 19 figuras que recogían lo esencial del encierro sobre un adoquinado de un metro de largo y 44 centímetros de ancho, fue rechazado ya que su coste superaba los 120 millones de las antiguas pesetas.
No obstante, el 21 de abril de 2007 se colocó una nueva escultura del mismo autor, que ampliaba a la inicial. Está situada sobre una peana de hormigón, con adoquín labrado, que simula el escenario de la carrera. La escultura tiene unas dimensiones de 11 metros de largo por 4 de ancho y está realizada también en bronce.
Resulta una ampliación de la escultura al encierro que ya existía, en la que aparecían dos corredores y un toro. Estas figuras continúan en el actual monumento que tiene en total seis toros, tres cabestros y diez mozos. El Ayuntamiento y Caja Navarra financiaron conjuntamente el monumento que tuvo un coste de 661.000 euros.
Lo más curioso es que Rafael Huerta reconoció que todas las cabezas de los corredores de la gran obra están basadas en personas reales, aunque la mayoría tuvieron posteriormente un papel anónimo y no trascendió su nombre, más allá de que eran corredores navarros.
En cuanto a los toros, el escultor aseguró que tenían un aspecto del hierro de Victorino Martín, que justo en aquellos años habían debutado en la plaza de Pamplona.
Para la historia quedará la imagen del propio Rafael Huerta reflejado en uno de los corredores del Monumento al Encierro. En concreto, el artista es el corredor que a la izquierda de la manada cae al suelo mientras mira hacia un costado como llega el grupo de toros y mozos, con su característica barba.
"No quería ser protagonista, pero me dio la corazonada de ponerme, como han hecho otros autores en sus obras", señaló Huerta el día de la inauguración.
El autor quiso inspirarse en corredores del encierro para los rostros de los corredores. Dos de ellos eran Julen Madina, conocido corredor desde los años 70 en Pamplona y fallecido en agosto de 2016 en un accidente en la plaza de la Zurriola de San Sebastián; mientras que otro representaba al concejal de Cultura del consistorio, Ignacio Pérez Cabañas (CDN).
La presión social y política obligó al escultor a retirar las dos caras conocidas del Monumento al Encierro. "Fue un momento muy duro, aunque es algo aceptado y superado", explicó el escultor ya en Pamplona con la obra terminada.
En 2012, varios años después de aquel episodio, Rafael Huerta quedó con Julen Madina para entregarle como recuerdo la cabeza del corredor que representaba al conocido mozo del encierro y que en un principio figuraba en la obra principal.
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