FIESTAS
Erika, la joven de Laguardia que no se pierde los encierros de Falces: "Para mi padre, el Pilón lo era todo"
La primera vez que presenció el encierro del Pilón de Falces tenía sólo cuatro años.

El encierro del Pilón de Falces ha vuelto a reunir a cientos de espectadores este martes. "En la subida una vaca ya ha hecho amago de pararse". Lo comenta Erika León, una joven de 32 años natural de Laguardia (País Vasco).
Para ella, poder presenciar el encierro del Pilón de Falces es una tradición familiar que se remonta a su más tierna infancia. A sus 32 años acumula casi tres décadas de presencia en uno de los encierros más singulares de Navarra.
“Mi padre ha venido al Pilón toda la vida. Empezó acompañando a una ganadería de Laguardia a la que les ayudaba", rememora. Tanto le impresionó este encierro que empezó a traer a gente del pueblo, a su mujer y, también, a sus hijas.
"Llevo vininiendo desde hace 28 o 29 años", puntualiza ella. La primera vez que vio a las vacas enfilar la cuesta del Pilón tendría unos cuatro años. Era tan pequeña que no guarda recuerdos de ese primer encierro. Sí conserva alguna imagen del primero en el que se puso junto a la imagen de la Virgen de la Nieva: “Pasé hasta el depósito. Mi padre me decía que me diese prisa, pero yo sólo pensaba en que quería ver las vacas en la cuesta”, cuenta con una sonrisa que enmascara cierta nostalgia.
Noventa kilómetros son los que separan Laguardia de Falces. Algo más de una hora de trayecto en coche que a León le merece la pena. Lo que la impulsa a regresar cada año es el recuerdo de su padre, fallecido hace unos años. “El Pilón lo era todo para él y nos lo inculcó en casa. En mi familia esta semana es una fiesta señalada: si no hay vacaciones, se piden”, asegura.
Precisamente, la afición por el enicerro del Pilón fue la que le llevó, incluso, a sacarse el carné de conducir. “Me motivó el no tener que depender de nadie para venir a Falces”, explica. Desde entonces no falta a la cita: “Vengo casi todos los días. Mañana descansaré, pero en los otros cuatro que quedan estaré seguro”.
Este martes ha acudido sola para presenciar la subida del encierrillo, aunque después se ha reunido con unas primas y amigos del pueblo. El plan lo han completado con el almuerzo y las tradicionales vaquillas de mediodía. “Algunos días venimos con el Club Taurino de Laguardia. En mi pueblo el encierro del Pilón tiene muy buena acogida. El autobús siempre se llena”, detalla.
Erika matiene vivo el recuerdo de su padre en uno de los lugare que le hicieron feliz. “Hoy llevo puesta su chaqueta”, confiesa. Y vuelve la vista a la cuesta que tantas veces compartió con él.