Madrid, Berlín, París, Londres, Nueva York.... días antes de que el 2016 se despidiera casi todas las grandes capitales estaban en estado de alerta ante la posibilidad de un atentado terrorista o de alguna acción parecida a la del año pasado en Colonia y otras ciudades alemanas donde varias mujeres fueron atacadas y violentadas por algunos tipos que había llegado como refugiados.
La Unión Europea no puede seguir ignorando la deriva autoritaria del presidente Erdogan por más que la canciller alemana Angela Merkell se empeñe en hacer la vista gorda con tal de que Turquía empiece a hacerse cargo de los refugiados que han llegado a la puerta de Europa huyendo de la guerra.
Otra vez muertos, otra vez miedo y otra vez la veda abierta para los debates para ver quién tiene razón. Otra vez. Con la sensación además de que no será la última vez, y volveremos a asustarnos, volveremos a discutir, y a no hacer nada serio para solucionar el problema. Eso sí, siempre podemos quitar o poner una bandera. Y arreglado.
Turquía no cumple los mínimos requisitos para formar parte de la Unión Europea pero ha lanzado un guante a los dirigentes de la Unión: si quieren que ayude a resolver el problema de los refugiados tienen que darle mas dinero, dar visados a los turcos para ir y venir a su antojo por Europa pero sobre todo acelerar el proceso para su integración en la UE.