Los bares de carretera son lugares pensados para que los viajeros descansen y disfruten de una pausa durante sus viajes. Son una parte icónica de la cultura de carretera en muchos países y a menudo tienen una personalidad y carácter distintivos. Uno de ellos es el Casa Teré de Campanas, que nació a pie de asfalto en la N-121, en el camino que desde tiempos inmemoriales ha unido el norte y el sur del Reino de Navarra.
Nada más llegar, el aroma de comida casera inunda el aire. Es un bar de carretera que nunca ha perdido su esencia desde que Felisa Teré lo abriera después de la Guerra Civil a comienzos de los años 40 del siglo pasado y que ha resistido el paso del tiempo y las tendencias de la modernidad.
Hoy en día son Amelia y Beatriz Mezquíriz, nietas de Felisa, quienes regentan el establecimiento y se encargan de mantener un testimonio vivo de la auténtica hospitalidad y la tradición culinaria que ya tenía la casa en tiempos de su abuela.
Uno de los sellos distintivos de Casa Teré es la comida casera que sirven con orgullo. Sus platos, como explica Amelia, "son la comida de siempre, la de toda la vida, la que cualquiera puede comer en su casa, sin grandes estridencias".
Y es que tienen muy claro quiénes son sus potenciales clientes y lo que demandan: "Es gente que come muy a menudo fuera de casa y que no esperan encontrar en el menú platos sofisticados, sino comida casera".
Aquí se cocina como mi abuela Felisa le enseñó a nuestra madre y como ella nos enseñó a nosotras", cuenta con orgullo, al tiempo que resalta el trato familiar y amable que intentan siempre de dispensar.
No en vano, muchos de sus clientes son transportistas de largo recorrido a quienes si la hora de comer en ruta les coge cerca, no dudan en regresar a Casa Teré. "Muchos de los clientes vuelven porque saben que aquí se come barato y bien", explica.
No hay carta, sino menú. Las raciones son abundantes y generosas. No es normal que alguien se marche con hambre de Casa Teré. Ofrecen cada día seis primeros platos y diez segundos. Nunca faltan ensaladas, sopas, legumbres, pastas y arroces en los primeros, y juegan con las carnes y los pescados en los segundos para ofrecer variedad al mismo tiempo que calidad.
Tienen fama los guisos de legumbres, ya sean alubias, pochas, garbanzos o lentejas. Platos contundentes y cocinados a fuego lento cada día, así como sus sopas o sus refrescantes ensaladas.
"Cambiamos el menú todos los días. Muchas veces es difícil pensar qué vamos a poner al día siguiente para no coincidir, ya no sólo con el menú de ayer, sino con el de la semana pasada"; porque al ser muchos de los clientes "habituales", se ven en la obligación de ofrecerles variedad. "Jugamos mucho con los guisos, los empanados, la plancha entre la carne y los pescados para los segundos", explica.
El negocio lo llevan entre ella y su hermana, pero en el establecimiento trabajan tres chicas más. "Somos cinco mujeres todos los días aquí al pie del cañón y una de las cosas que tenemos claro es que lo importante es, sobre todo, dar buena comida y ser amables en el trato con los clientes".
Sin duda, el trato familiar es la base del éxito de este negocio a escasos 10 minutos de Pamplona que ha sabido mantener las señas de identidad que Felisa le quiso dar hace más de 80 años, cuando además de casa de comidas era una fonda. Por eso, muchos de los clientes repiten una y otra vez, porque Casa Teré es más que un simple bar de carretera. Es comida casera y hospitalidad en el corazón de Navarra.
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