El humo de las primeras brasas y el aroma a castaña asada vuelven a anunciar el otoño en Pamplona. Pero este año, junto al inconfundible silbido del tren de hierro que echa humo en las tardes frías, hay dos caras nuevas tras el mostrador. Son Leyre Martínez Aguinaga y Mariano Bericat Idoipe, una pareja que debuta esta temporada como castañeros y que ha tomado el relevo de una larga saga familiar muy querida en la ciudad.
“Estamos deseando que llegue el frío”, comenta Leyre con una sonrisa mientras remueve las castañas en el tambor. A sus 25 años, esta joven de Barañáin representa la cuarta generación de castañeros de su familia. Profesora de Magisterio Infantil y opositora, ha decidido continuar la tradición que comenzó su bisabuelo José Martínez Llorente, siguió su abuelo Miguel Martínez Ochoa —fallecido hace solo cuatro meses— y después su tío Andoni Martínez Chocarro, a quien ahora toma el relevo.
El puesto está ubicado en la esquina del Paseo de Sarasate con la calle Comedias, en pleno Casco Viejo de Pamplona, donde durante décadas el tren metálico y el olor a carbón se han convertido en una imagen inconfundible de la ciudad. “Se me presentó la oportunidad y no podía rechazarla. Para mí es importante y muy especial porque es seguir esta tradición familiar, y más por mi abuelo, que falleció en junio. Como que aún se siente más. Estoy muy contenta. Durante estos años he aprendido mucho de mi padre y sentía que ya podía intentarlo”, confiesa emocionada.
La joven compagina el trabajo con sus estudios. “He estudiado Magisterio Infantil, hice grado superior y luego la carrera. Ahora estudio oposiciones, y eso me permite compaginar los estudios y estar aquí con las castañas los fines de semana, los viernes, sábados y domingos por la tarde”, explica. Su idea es mantener el puesto abierto hasta Reyes, aunque todo dependerá del género disponible.
Antes de ponerse al frente, Leyre pasó años ayudando en el negocio familiar. “Había estado con mi padre para aprender un poco y le he acompañado muchas veces. Mi tío Andoni me ha enseñado cómo funciona la máquina y mi tío Alfonso se ha encargado de que el tren esté en condiciones y el coche listo para salir a la calle”, detalla con orgullo.
Aunque el oficio siempre ha sido mayoritariamente masculino, ella se abre paso con naturalidad. “Creo que hay otra chica en la avenida de Bayona, pero soy la más joven. Al principio salí muy nerviosa sola, pero estoy muy contenta. Me he sentido muy arropada por los míos, con la ayuda de amigos y familiares que han hecho mucho”, reconoce.
Los clientes también le han mostrado un cariño especial. “La gente me cuenta las experiencias que han tenido con mi tío y con mi abuelo. Me han dado la enhorabuena y me dicen que echaban de menos a esta castañera en esta esquina”, relata. Su hermano Iñigo, que trabajó un año con su padre, sigue ayudando “en todo lo que haga falta” cuando la familia lo necesita.
En esta nueva etapa, Leyre no está sola. A su lado está su pareja, Mariano Bericat Idoipe, de 29 años, natural de Ejea de los Caballeros, que acude siempre que puede a echar una mano. “Soy nuevo también en esto”, reconoce con simpatía.
“Vengo de Ejea, donde no hay tradición de castañeros. Es una experiencia nueva y muy bonita. Soy aprendiz de su padre”, comenta entre risas. “He aprendido del mejor y estoy muy a gusto. La gente me está arropando mucho al venir a ayudarla cuando puedo. Vengo siempre que puedo, porque trabajo en Ejea de guardia de riego”.
El inicio de la temporada ha coincidido con el cambio de tiempo y el paso repentino del verano al otoño. “Estamos deseando que llegue el frío porque al final las castañas entran mejor. Así podemos hablar con los clientes y saludar a conocidos. La familia está muy contenta y orgullosa. Vienen a visitarme con ilusión, sobre todo después de dos años con el puesto cerrado”, afirma Leyre, mientras el humo cálido del tren de Comedias vuelve a llenar de olor a hogar las tardes del Casco Viejo.
El Ayuntamiento de Pamplona mantiene este otoño-invierno once puestos de castañas en la vía pública, el mismo número que el año pasado, aunque con cuatro cambios de ubicación. Uno de ellos regresa a la calle Mercaderes, a la altura del número 8, y desaparece el de la Plaza Consistorial. También se retira el de la esquina de Cortes de Navarra con San Ignacio, que pasa a la confluencia entre la calle Francisco Bergamín y la avenida Roncesvalles.
El puesto situado junto al ascensor de Descalzos, en la Bajada del Portal Nuevo, desaparece y se crea uno nuevo en el paseo Anelier, en el barrio de Rochapea. Además, el puesto de la zona de los cines Golem se traslada a la plaza de Yamaguchi, en paralelo a la calle Rioja.