El pamplonés Juan Carlos Luquin Pérez tiene 53 años y lleva trabajando en la librería que lleva su apellido desde 1996, cuando se jubiló el propietario de la antigua librería Areta. El local abrió en 1946 y Juan Carlos era cliente asiduo de chaval para cambiar cómics. Ya desde entonces tenía en la cabeza quedarse con la librería.
La librería Luquin está situada en un rinconcito del casco viejo de Pamplona, en una zona un poco apartada, en la calle San Francisco 32. Se encuentra muy cerca de otros establecimientos que hemos conocido en esta sección de comercio local.
Una de las características de la librería es que vende productos de papelería adaptados para zurdos desde hace 25 años: "Desde tijeras, abrelatas, cuchillos, sacapuntas, cuadernos, cucharas... vendemos por internet en elrincóndelzurdo.com y en la tienda física. Cuanto más diversifiques el negocio, mejor".
Juan Carlos aún ve lejana la jubilación: "Para jubilarme aún me queda y seguimos con ilusión. Peleando. El pequeño comercio debe ofrecer servicios como artículos para zurdos, recoger un paquete, revistas, libros... Se trata de aprovechar el espacio y siempre diversificar".
El dueño de la librería lo tiene muy claro: "Hay que adaptarse continuamente a lo que demanda la sociedad y no quedarte pensando en que la gente va a venir. Librerías como tal, y como autónomos, quedamos solo tres en el casco viejo: la Casa del Libro, Abárzuza y yo. Elkar es de una empresa y Katakrak es una sociedad".
Juan Carlos es muy crítico con la administración: "Si el Gobierno de Navarra no tiene claro que debe ayudar a las librerías, este negocio no tiene continuidad. Se están cerrando librerías rentables y hoy en día eso da pena con un paro estructural".
Señala casos muy concretos: "Hay pueblos de tres o cuatro mil habitantes que no tienen librerías, como Noáin, y es triste que desde los ayuntamientos no hagan políticas para favorecer esto".
Durante la pandemia se les declaró esenciales "y estuvimos trabajando al pie del cañón. Ahora deberían declarar también este negocio como esencial. Es triste que una persona mayor no pueda comprar en su pueblo una revista, un periódico, un lápiz, un sacapuntas, unas pinturas...", asegura el dueño de la librería.
Juan Carlos afirma: "Donde hay un escuela debería haber por sistema una librería. Las librerías cierran también porque los centros escolares hacen de central de compras, y las bibliotecas de pueblo no pueden comprar en la librería del pueblo. El Gobierno de Navarra sacó una ley de gratuidad del libro de texto que es la que ha matado a las librerías".
Por todo ello, están obligados a espabilar: "Nosotros tenemos que vender de todo. Predico con el ejemplo dentro de mi sector. Además, es un oficio donde no hay relevo, como decía Juan Carlos Ochoa de la librería Alzania, porque no es atractivo. Nosotros nos defendemos para seguir pero a base de mucho esfuerzo".
Los clientes de la tienda "son gente de todo tipo. Puede ser lo mismo una familia de San Sebastián como un vecino de al lado. En verano hay mucha venta de turismo y también los productos de Osasuna que tienen mucho tirón. Tengo fotocopiadora, que como ya no hay la gente la busca", concluye Juan Carlos.
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