PAMPLONA
Asirón prometió acabar con el sinhogarismo en 24 horas y hay más de 200 personas durmiendo en la calle
Antes de acceder al Ayuntamiento, aseguró que con él, nadie dormiría en la calle.

Dijeron que con Joseba Asirón en la alcaldía el problema del sinhogarismo en Pamplona se resolvería "en 24 horas". Diez meses después, la realidad en las calles de la capital navarra desmiente esa promesa: unos 250 personas duermen a diario al raso, según han denunciado distintos colectivos sociales, que han cargado contra la inacción institucional y el abandono que sufren quienes no tienen un techo.
“Ante esta emergencia habitacional, distintos colectivos decidimos que había que hacer algo”, ha explicado Susana Cañete, en nombre de Dar Etxea, durante una comparecencia pública.
Durante tres meses, unas 60 personas han podido dormir en espacios como Bakaren Etxea y CGT, donde se ha ofrecido pernocta y acompañamiento con el apoyo de Katakrak y varios pueblos como Lakabe, Arizkuren, Zazpe, Uli y Saigots.
Las críticas se han centrado en la política de vivienda tanto del Ayuntamiento de Pamplona como del Gobierno de Navarra, a los que acusan de mantener un enfoque "continuista respecto al de UPN". Entre sus denuncias destacan la ausencia de un censo público de viviendas vacías, la falta de límites al precio del alquiler y la inexistencia de un impuesto específico sobre los inmuebles en manos de bancos y fondos de inversión.
Además, han reclamado la prohibición de los apartamentos turísticos, un modelo de promoción y construcción pública de vivienda, y el abandono de las ayudas al alquiler en su formato actual, que, según sostienen, "son subvenciones encubiertas a la clase propietaria".
Los colectivos también han abordado la política migratoria, a la que consideran calcada a la aplicada por el Gobierno central y las derechas. “Es gravísimo que instituciones que se dicen de izquierdas repitan los mensajes falsos de la extrema derecha, como el del efecto llamada”, ha declarado Cañete.
Han señalado que la población migrante sufre un mayor hostigamiento policial, una creciente marginación escolar, y un acceso cada vez más limitado a una vivienda digna. Denuncian que se les niegan recursos, que padecen una falta de atención estructural y un rechazo sistemático en los servicios sociales.
“Todo lo que no sea oponerse a los marcos de la extrema derecha acaba inserto ahí”, han manifestado, al tiempo que reivindican una Navarra con un proletariado mestizo y diverso. También han hecho autocrítica social cuestionando estilos de vida marcados por el consumo inmediato: “Paquetes de Amazon, tomates en la mesa todo el año o juevintxo”.
Entre las claves que ha planteado Dar Etxea para hacer frente a esta situación destacan reconocer como ciudadanía a todas las personas que viven en Navarra, asumir que emigrar es un derecho, y aplicar la cartera de servicios públicos y protocolos sociales sin excepciones.