Como si el Chupinazo no fuera con él. Parece que a este hombre las fiestas de San Fermín le han sorprendido en medio de la plaza del Ayuntamiento y parece preguntarse qué locura es esta que se está viviendo en este extraño sitio.
Con su camiseta estampada en tonos tierra africana, su bigote canoso, sus gafas de pasta, su calva prominente y su bandolera sobre la barriga, asiste impasible a lo que sucede a su alrededor. Parece preguntarse no aquello de ¿qué hago yo aquí? sino más bien, ¿qué hacen todos estos aquí? ¿Por qué van todos de blanco? ¿Qué es ese pañuelo rojo que llevan? ¿Por qué se tiran esos extraños brevajes por encima? ¿Por qué gritan? ¿Por qué saltan?
Y todo desde sus no menos de 190 centímetros de altura y su corpulencia, mirando por encima del cogote a la masa enfervorecida, e inmóvil. Cualquiera lo movía, ¡claro!
Ya ha sido bautizado como el hombre hierático. No canta, no baila, no bebe, sólo parece pensar aquello de "están locos los aborígenes de estas tierras".
Se desconoce qué hizo durante la Biribilketa de Gainza, ni durante el Ánimo Pues de los gaiteros. Algunos aseguran que siguió plantado en el mismo sitio, a las puertas del Ayuntamiento y que sigue allí. ¿Quién sabe? Tal vez sea el nuevo Hemingway negro. O sólo, el hombre impasible.
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