Navarra en otoño tiene lugares preciosos que merecen la pena visitar. Desde largos bosques y senderos hasta caminos sencillos que te envuelven en esta época del año. Para aquellos que quizás no quieren un camino muy complicado y más tranquilo, existe un nacedero a 20 minutos de Pamplona que no dejará indiferente.
El Nacedero de Iribas, situado en la Sierra de Aralar, es una alternativa perfecta al más concurrido nacedero del Urederra. Este paraje natural, ubicado en el municipio de Larraun, ofrece un recorrido sencillo y hermoso que parte del pueblo de Iribas, convirtiéndose en un destino ideal para disfrutar de la naturaleza con tranquilidad.
La singularidad del Nacedero de Iribas radica en el terreno calizo que caracteriza la Sierra de Aralar. Esta composición geológica permite que el agua de lluvia se filtre, creando una compleja red de ríos subterráneos.
En este lugar confluyen dos nacederos que dan origen a un río con doble nacimiento y dos nombres: Ertzilla y Larraun. El primero nace en el manantial de Aitzarrateta, fluye aproximadamente un kilómetro y desaparece en un sumidero. Sin embargo, el río renace en Basakaitz, bajo Iribas, a través de varios manantiales que conforman el nacedero del río Larraun.
El sendero circular de Iribas, de unos 5 kilómetros de longitud, permite visitar ambos nacederos y disfrutar de un recorrido inmerso en el verdor y el frescor que otorgan las aguas cristalinas. Es un paseo cómodo y apto para todas las edades, con una dificultad baja, un desnivel de 100 metros y una duración aproximada de una hora y media.
Un recorrido único
El sendero comienza y termina en el aparcamiento de Iribas, accesible desde la NA-7504, cerca de Lecumberri. Desde allí, el camino lleva hacia la iglesia del pueblo y atraviesa pistas que conducen a la primera surgencia, Aitzarrateta, donde nace el río Ertzilla. Este punto, marcado por una pequeña cascada y rodeado de frondosa vegetación, es uno de los lugares más mágicos del recorrido.
Tras retroceder por el mismo camino, el sendero sigue por las campas de Aiztondo, junto al río Ertzilla, que desaparece misteriosamente tras recorrer un kilómetro. Desde este punto, se asciende suavemente hasta llegar a la sima de Lezegalde y, posteriormente, al nacedero del río Larraun, en Basakaitz. La vuelta al punto de partida transcurre por una última pendiente que conecta de nuevo con el pueblo de Iribas.
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