Las diez bajas previas al partido dejaban claro lo que iba a suceder en la despedida de Primera División. Como en toda la temporada, Osasuna ni defendió, ni atacó. No compitió.
En juego estaba el farolillo rojo momentáneo, pero ni dio esa impresión en ningún momento del partido. Osasuna echó el telón a la temporada en su feudo con la misma imagen de impotencia que en el resto de la temporada