- miércoles, 07 de mayo de 2025
- Actualizado 11:46
Esta semana se ha consumado la renuncia del Director General de Cultura, Fernando Pérez, que vuelve a su proyecto original, entendiendo que es más atractivo que el actual, el del Gobierno de Navarra. Visto lo visto, parece claro que es el primero (aunque ya ha habido varios en educación) de lo que puede ser un desembarco masivo ante la llegada del fin de la legislatura. No habrá mar para acoger a tanto naúfrago -o polizón- del Gobierno de aquí a un año. Tiempo al tiempo.
Probablemente por lo madura que ya está la legislatura, o tal vez por el nerviosismo al quedar tan solo un año, los diferentes grupos del parlamento están empezando a copiar iniciativas sin pudor alguno, moda a la que suma el Gobierno de Navarra sin que se le ponga la cara ni un ápice del color bermellón. Una cuestión nada banal que debe de ponernos en alerta de la poca capacidad innovadora de quienes nos gobiernan y de quienes supuestamente aspiran a hacerlo.
Esta semana hemos concluido el debate en comisión de los presupuestos 2018 presentados por el Gobierno de Navarra. Es lamentable como se adjudican partidas de forma arbitraria sin ningún baremo, medición u objetivo, funcionando únicamente el mérito del dedo señalador del Cuatripartito, fomentando el descrédito de la función pública, que debería medir objetivamente dónde están las verdaderas necesidades, y no dónde están sus amigos.
El Gobierno de Navarra nos ha tenido dos años entretenidos con la elaboración de planes y con una falsa apariencia de participación palpablemente inexistente. Pero ahora, cuando esos planes ya se han redactado y con el coste que ha tenido ¿Qué? ¿Qué hacen con ellos? Pasar de la teoría a la acción es lo que marca la diferencia y calidad del gestor, y de momento solo sabemos que este Gobierno sabe escribir, pero nada más.