- martes, 08 de abril de 2025
- Actualizado 01:24
Ayer, al terminar la segunda votación de la fallida investidura le pregunté a un importantísimo dirigente del Partido Popular y uno de los señalados como candidato a la sucesión, por qué Rajoy no daba un paso al lado, cedía el testigo y abría el melón sucesorio, facilitando así el desbloqueo institucional histórico que vive este país.
Pues nada: vaya usted preparándose para ir a votar el 18 de diciembre, que es probablemente el único punto en el que habrá un acuerdo político por unanimidad en los próximos meses: en forzar las normas para que, en lugar de ir -o no ir, que sería lo que muchos elegiríamos_ a las urnas el día de Navidad, hacerlo una semana antes.
Parece que el gran contencioso ahora, tras las amenazas dando un plazo de 48, luego 24, horas para concluir el acuerdo entre el Partido Popular y Ciudadanos, es si Mariano Rajoy saldrá a rubricar el acuerdo para su investidura con Albert Rivera, para hacerse la foto, como quiere el primero, o más bien no, como desea el segundo.
Patxi López ha denunciado que el PSOE recibe presiones del Ibex, de los medios, en fin que entre unos y otros parece que al PSOE no se le deja vivir y que ante tanta presión lo que toca hacer es mantener las posiciones ya conocidas: que Rajoy pacte "con las derechas", que busque "potenciales aliados", "que trabaje y abandone la tumbona", etc...
Un mantra no puede repetirse, pues en sí mismo es una repetición. Así pues, hablar de un mantra que se repite es como hablar del agua líquida o del fuego que arde, pero, siendo esto así, el mantra de que Pedro Sánchez es el responsable único, absoluto, del bloqueo político y del desgobierno de España, se repite tanto, tanto, que rebasa con mucho la naturaleza brasa de la mantridad.
Increíble, pero cierto. Pedro Sánchez y Mariano Rajoy lograron mantener una reunión de casi una hora sin que el uno averiguase si el otro piensa someterse a una sesión de investidura y sin que el otro pudiese saber si el uno planea, si la investidura 'de las derechas' no sale, presentar un Gobierno alternativo 'de las izquierdas'.
Las próximas horas pueden consagrar la oportunidad de que España inicie la senda reformista más importante de su Historia desde 1976. O de regresar a los tiempos catastróficos de Amadeo de Saboya y de su sucesor Estanislao Figueras, cuya figura, huyendo de la España caótica desde la presidencia de la República, recuerdan ahora algunos avezados comentaristas.
La verdad es que uno, optimista inveterado, opinó en algunas tertulias radiofónicas y televisivas este fin de semana que hay bastantes probabilidades de que, a finales de este mes de agosto de teléfonos rojos, Mariano Rajoy haya logrado formar una mayoría minoritaria -sí, este es un país surrealista- que le sirva para gobernar en precario, contando con el 'sí, pero no', de Ciudadanos -surrealismo puro, ya digo-.
Entre las muchas especulaciones nacidas de la falta de una información sólida sobre conversaciones 'reservadas', contactos 'lejos de la indiscreción de la prensa' y hasta posibles pactos 'subterráneos', proliferan, claro, los rumores y las hipótesis acerca de lo que vaya a ocurrir(nos) en el marco del desmadre político que vivimos.