- miércoles, 10 de septiembre de 2025
- Actualizado 12:40
Llegada una nueva reforma fiscal al Parlamento de Navarra, resulta que a ninguno de los miembros del cuatripartito que gobierna Navarra -y que ha traído esta reforma- les gusta ¿Entonces? ¿Para qué la traen? Es el vivo ejemplo de la parálisis que sufre una administración cuándo hay que contentar a tanta gente y tan diversa, que al final no se contenta a nadie y lo pagan los de siempre.
En unos momentos difíciles para todos, en los que la prudencia y el sosiego deberían ser el denominador común de toda la clase política, en Navarra opina hasta el apuntador sin tener el más mínimo respeto por el estado de derecho que nos ampara al conjunto de la ciudadanía. Una imprudencia a sabiendas e interesada.
En el Parlamento de Navarra, aquel que tiene una dirección tan peculiar, se celebran minutos de silencio y recogimiento con la mayor de las causas justificadas. Sin embargo, últimamente se están multiplicando en número y cuantía otros que desvirtuan esta acción y sitúan a nuestra Cámara al borde del ridículo, si es que no lo ha traspasado ya.
Acabado el circo y el desfile de amiguetes de algunos grupos parlamentarios -principalmente los radicales y populistas- toca trabajar, un verbo poco o nada utilizado por éstos. Es por ello que empiezan a aparecer claros síntomas de agotamiento, sin saber qué hacer ni entender por dónde les da el aire.
Lamentable el sainete de este jueves en el pleno del Parlamento de Navarra, con el Gobierno de Navarra y cuatro grupos abandonando el pleno y, por tanto, su deber de trabajar por Navarra. Sin ocuparse de lo que importa a los navarros, dan prioridad a lo que pasa en otra comunidad, que siendo grave la situación, no puede despistarnos en lo mucho que tenemos que trabajar por esta tierra.
Texto: Se cierra el segundo periodo de sesiones, y la cuestión es que toca hacer balance mirando lo que se ha avanzado, aunque lamentablemente de avanzar poco. Mi conclusión es que, transcurridos dos años, no se ha hecho nada en el Gobierno de Navarra por el ansiado cambio. Mucho titular, humo y plan, pero que se pueda tocar poco o nada.