La pareja formada por el vallisoletano Víctor Rodrigo Minguela de 42 años y Elisenda Gimeno Jiménez de 38 años con sus dos hijos (Sergi y Bruno) han decidido cambiar de vida por completo. Han dejado Barcelona y se han hecho vecinos de un pequeño pueblo de Navarra para trabajar en el centro cívico de la localidad.
El centro cívico de Mendigorría ya tiene nueva gerencia desde hace pocos meses para dar servicio a este pueblo de Navarra que apenas supera los 1.100 habitantes, y que solo dispone de otro bar en su casco urbano.
El centro cívico está situado en la calle Bernardino Ayala 7 de Mendigorría. Precisamente, las fiestas de Mendigorría fueron noticia el 19 de agosto de 2023 con la suelta de vaquillas en las calles del pueblo, ya que una de ellas destrozó un vehículo Audi que estaba aparcado en mitad del recorrido del encierro. Un año antes, en las fiestas de 2022 todas las vaquillas se metieron en un cajero de Caixabank.
"Queríamos un cambio de vida. Llevábamos siete años en Mollet y buscábamos un pueblo que nos gustase. Somos de ciudad y no tenemos pueblo. Vimos que el colegio de aquí es una comunidad de aprendizaje. Queríamos que fuera un pueblo amable, de no muchos habitantes para criar a nuestros hijos, que la vivienda no estuviera disparada y que estuviera bien comunicado", afirman.
Ya tenían referencias de Mendigorría: "Llevábamos tres años viniendo en verano alojándonos en el camping El Molino. Hace dos años contactamos con gente del pueblo en la piscina y nos dijeron que iba a salir la licitación del centro cívico. Me he formado en gastronomía y he llevado proyectos sociales apoyando a la tercera edad con equipamientos similares. Nos atrevimos y aquí estamos", señala Víctor.
Lo cierto es les ha cambiado la vida. Elisenda es arqueóloga de profesión y señala: "A mi me la ha cambiado radicalmente. La vida aquí es más tranquila. En Barcelona necesitas una hora para llegar a cualquier sitio. Aquí te sobra el tiempo. La acogida a nosotros y a nuestros hijos ha sido espectacular. Todo el pueblo nos ha apoyado en el centro cívico con todas las iniciativas que hemos hecho y eso nos ha facilitado empezar a vivir en Mendigorría", explican.
Llevar el centro cívico "está siendo algo intenso, como si fuera el tercer hijo de la familia. Tenemos muchas felicitaciones del servicio y la variedad que damos, con mucho esfuerzo y trabajo. El balance es que estamos contentos y con ganas de seguir luchando. Hemos organizado conciertos, club de lectura, hay rincón infantil y otro rincón con juegos de mesa. Hacemos fiestas de cumpleaños, hay cine para chavales y eventos deportivos con algún partido de fútbol en la televisión que tiene pantalla gigante.
La adaptación de esta familia a la zona media de Navarra ha sido total: "Hemos aprendido a hacer fritos que no sabíamos. Nuestros hijos ya hablan con el 'ico' del lenguaje navarro. Me encanta desayunar ajoarriero algún día, que está espectacular, y antes de venir aquí no lo conocíamos".
En el aspecto gastronómico "nos piden de todo y nos hemos tenido que adaptarnos a las demandas. Veníamos con una idea pero sino pones el ajoarriero los domingos te queman en la plaza. Los fritos caseros como el de pimiento y el de rabo de toro son sagrados como los callos. Los pinchos de por la mañana tienen bastante éxito. Todo lo hacemos nosotros con buen sabor y con mucho cariño
No hay menú del día, "pero cualquiera que venga a comer, comerá". Más que platos combinados, que los hay, hay un plato del día que es de cuchara "o bien macarrones con tomate, o menestra con producto local ecológico".
Trabajamos mucho las verduras con propuestas de temporada y además hay otros extras: "Hay grupos que nos traen, por ejemplo, una cabeza de cuto para que la asemos, o gorrín, o paellas siempre bajo encargo. Nos adaptamos y hacemos comida también para llevar".
Los viernes tienen un plan de cocina temático diferente al resto de los días entre semana: un viernes cocina japonesa, otro pollada peruana, fideos chinos, kebab, e incluso hamburguesas en colaboración con la empresa local embutidos Gorría", concluyen.