Lo sabemos casi todo de las estrategias de Madrid contra el independentismo catalán: por encima de la mesa, se apela a la Constitución, se echa mano del Tribunal Constitucional y se reduce el debate político a un asunto de legalidad, mientras que por debajo de la mesa se juega a ver qué da de sí la llamada policía política y se buscan las contradicciones entre los adversarios, que básicamente son Junts pel Sí y las CUP.