• martes, 29 de abril de 2025
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Opinión

Ser mujer es una condición. No lo eliges. Te condiciona la vida. Te hace estar en el mundo desde un punto de partida dado. En ese mundo te sitúas desde la condición de mujer.

Cuando me he enterado de que don Fermín Ezcurra se había muerto, he sentido una tristeza acuosa, muy nostálgica, suave pero profunda. He ido al armario, he sacado mi camiseta de Osasuna y escribo este artículo con ella al lado, acariciando el relieve de su escudo al terminar cada frase.

Pasó en un programa de televisión y me pareció surrealista. Empeñarse en la felicidad de un tercero que no tenía interés en serlo, les cuento.

Del histórico colapso de Pamplona por la nevada del miércoles hemos aprendido que un gobierno puede reaccionar con discursos muy diferentes: decir que todo se ha hecho estupendamente, celebrarlo (sí, sí… ¡celebrarlo!), interpretar falsa sorpresa por lo sucedido, tomárselo a risa o aprovechar para sacudir a la oposición. Todo menos reconocer errores, obviamente.

Ahora es lo que toca. Está en la calle la palabra, hay cursos, conferencias, libros, propuestas, mesas de trabajo, masters e incluso me pareció ver el otro día unas patatas fritas sabor empoderamiento.

A mí la censura me repugna. Por convicción teórica y por convicción práctica, más que nada porque me la quieren aplicar por aquí unos cuantos comentaristas/comentadores artículo va, artículo viene. Por ello, solo puedo sentir solidaridad con todos a los que les quieren censurar, sean del color que sean. 

Érase una vez tres amigos, tres. Uno fue nombrado alto cargo del Ayuntamiento de Asirón, otro fundó una empresa y empezó a acumular contratos con el Consistorio y el tercero logró una plaza de empleo público, con un tribunal formado, entre otros, por los dos anteriores.

Llueve. Llueve en Pamplona de una forma aburrida, sin intensidad, sin generar espectáculo alguno, solo por molestar, calando, en silencio. Llueve aburrimiento sobre la aburrida Pamplona. Ciudad gris y triste.

Nadie puede imaginarse un club donde, a espaldas de la directiva, el director general convoque una reunión para el grupo más ultra con el director deportivo, secretario técnico, ¡entrenador!, director financiero y un directivo que se va pero se queda porque le promete la presidencia.

Estamos perdiendo la costumbre de discutir, de intercambiar opiniones y escuchar al otro sin más intención que pasar un rato escuchando lo que tiene que decir. Estamos perdiendo el efecto bar. Y no me refiero ya a las tertulias del Café Gijón o el Café Comercial, sino más a las de Hemingway en el Iruña o en el Torino.

Contarán las crónicas que, corriendo el año del señor de 2018, azotada Pamplona por todos los males del nacionalismo vasco, el alcalde y obispo de esa euskocreencia de bandera inglesa pero con colores horteras, Asirón I de la mala rima, encontró un semicírculo de lienzo de los cimientos de un castillo en la plaza ídem y se puso estupendo.

Todo mal gobernante trata de controlar a los medios de comunicación. Premiar a las cabeceras de los amiguetes y castigar a los críticos. Asirón no iba a ser menos.

Si para ser político hace falta tener un cinismo bastante elevado, para ser un político del nacionalismo vasco lo de ser un cínico en grado superlativo es indispensable. Un político nacionalista vasco tiene unos niveles de cinismo tan potentes que podría poner él solo otro Tesla en órbita.

Sí, en plural, ya que hay tantos como realidades y  no me refiero a idiomas, no, sino al que ayuda a construir la realidad que nos interesa, y esto se hace en cualquier idioma, no nos engañemos.

Dos días mirando por el ojo de una cerradura que da a una Pamplona oscura y con frío, desde mi balcón de la parte vieja. Me he feriado un despacho en un piso escondido en la que operar con instrumental sucio, de cerca y sin miramientos, a la ciudad.

El pasado 4 de febrero se celebró el día mundial contra el cáncer. Seguramente a nadie de los que lean estas líneas y que haya tenido relación con esta enfermedad le suene extraño este escrito.

El matón es en sí mismo alguien cobarde. No suele actuar en solitario, sino que, más al contrario, se abriga en el grupo en el que probablemente muy pocas personas decidan.

Nada más lejos de mi intención que insultar al pueblo catalán; ni a uno siquiera de sus ciudadanos. Entre ellos, cuento con parientes y con buenos amigos. Todo mi respeto hacia ellos, incluidos los que albergan el viejo virus nacionalista.

El dos de febrero es el día de la marmota, tradición que dice que se puede predecir el final del invierno según el comportamiento de una marmota cuando sale de hibernar. Una versión climatológica del pulpo Paul en el futbol más o menos.

Soy un lunático, esto dice mi horóscopo -por echarle la culpa a algo en lo que no creo-. Cancer. Lunático. El caso es que veo una luna -imagínate con la superluna azul que acabamos de vivir- y me quedo hipnotizado, con la fijación con la que me gustaría mirar el sol.

Conviene parar de vez en cuando; bajarse del voraz y loco día a día, echar la vista atrás por un momento para recopilar todo lo ocurrido durante los últimos dos años y medio y ver el debate actual con más perspectiva. Más allá de los rifirrafes diarios, en Pamplona existe un evidente choque de modelos de ciudad.

El otro día me puse a enredar en el perfil de un cargo público/carga pública de Irroña en Twitter que me dijeron que era un huracán. No tengo el gusto ni ganas de tenerlo. Un tal Saralegi. Saralegi el barullas.

Quiso, eso es innegable, pero no pudo. El equipo de Diego Martínez sufre serios problemas cuando necesita proponer. Un fallo en la salida de balón, que tampoco tiene, evidenció de nuevo sus carencias en El Alcoraz.

Hay semanas en las que hay tantos temas sobre los que apetece escribir que es difícil decidirse, el problema es que suelen ser los mismos y cuando empiezas a escribir tienes la sensación de repetirte, ¿no les pasa?, ¿no tienen la sensación de estar discutiendo en bucle?

El pasado 18 de enero se entregaron los Premios Ciudadela de Pamplona en un bonito acto que dio paso a un vino español donde los rumores y deseos para la próxima feria del toro tuvieron especial protagonismo entre los corrillos de aficionados que allí se dieron cita

La asombrosa actitud del inefable Spiderman, delegado de Ecología Urbana y Movilidad (observen el detalle de lo de “Movilidad”), frente a la lamentable sucesión de atropellos en Pamplona, alguno de los cuales ha acabado, lamentablemente en el fallecimiento del peatón, está provocando una ola de indignación general entre la ciudadanía.

La serie de opiniones, soluciones y propuestas en la interpretación de determinadas leyes que el denominado proces a través del bloque independentista está ofreciendo a la opinión pública son un auténtico dislate, y una vulgar mofa del ordenamiento jurídico.

Un edificio en el Casco Antiguo, un chalé en la Cuesta de Labrit, el intento de disfrutar de una propiedad en pleno Paseo Sarasate… hasta acabar en un Palacio Barroco. Hay que reconocer que, de okupas, en Pamplona podemos presumir. Hay nivel. 

Una de las mayores ventajas que tiene viajar es poder hablar con gente que poco o nada tiene que ver contigo, se aprende un montón escuchándoles, a veces hasta caes en la cuenta de que no tienes razón.

Hace un par de meses, el exlíder militar bosniocroata Slobodan Praljak se suicido tomándose un chupito de veneno mientras escuchaba cómo el Tribunal Penal Internacional para la antigua Yugoslavia confirmaba su condena a 20 años por crímenes de guerra.

Desde el máximo respeto que tengo a los que enfrentan a tal desafío, y más hacia quien no tiene un “tabaco sino un estanco entero”, uno era de aquellos que mencionaba al “Cavallino Rampante” al referirme a ti.

El castellano o español es un lenguaje muy curioso pero rico en significados. Según el contexto en la que se encuentre, una sola palabra puede señalar cosas distintas y por el contrario, varias palabras vienen a significar lo mismo.

Me gustaría no tener que hacer este artículo pero la realidad es así de cruda y no podemos obviar una realidad que se da en nuestra sociedad, estoy hablando del suicidio y en concreto de los suicidios que se producen dentro de los cuerpos de seguridad.

Confieso que aún estoy boquiabierto tras ver cómo una jicha/jitxa del Peneuve viene desde Vizcaya a Pamplona a mearse en nuestras instituciones y la presidenta de Navarra, lejos de afearle el charco de orín que deja en casa ajena, se pone de parte de la meona a echarnos la bronca a los que flipamos.

No creo que les sorprenda si les digo que mis dos noches favoritas del año son dos noches de cinco, enero y julio; víspera de Reyes y víspera de 6 de julio.

Resulta curioso comprobar cómo el nacimiento de Tabarnia, una parida que en principio no tiene más recorrido que el de provocar cierta diarrea mental en sus detractores, ha sacado a relucir las vergüenzas de los portadores de las células madre de la democracia.