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Leticia, la joven hostelera que abre su segundo restaurante con sabor navarro: "El apoyo es increíble"
Formada en una familia con cuatro generaciones en la hostelería, apuesta por una propuesta accesible y con sello navarro.

Leticia Gil (Tudela, 33 años) pertenece a una familia con cuatro generaciones dedicadas a la hostelería. Ha crecido entre fogones y ha heredado el respeto absoluto por el producto, el origen y la temporada. Su padre, el reconocido cocinero Ricardo Gil, impulsó proyectos como La Huerta de Tudela, Treintaitrés o Casa Lac, y le transmitió la pasión por la gastronomía y el cuidado de cada detalle.
En 2021, la hostelera inauguró su primer restaurante en Zaragoza. Ahora da un paso más con una propuesta gastronómica accesible, honesta y profundamente ligada a sus raíces. Su objetivo es recuperar los sabores de siempre y ofrecer un espacio en el que el cliente quiera quedarse.
Su nuevo proyecto, Gran Café Origen 1952, ha abierto sus puertas en la calle O’Donnell 53, en pleno Barrio de Salamanca de Madrid. Se presenta como un café restaurante que rescata la esencia de los grandes cafés de época, con una cocina cercana y saludable para disfrutar desde el desayuno hasta la cena.
“La idea del proyecto es rememorar los restaurantes de siempre. Que sea un sitio en el que te sientas a gusto y puedas estar todo el tiempo que quieras. Y, sobre todo, que la comida esté rica”, comenta su propietaria.
La carta combina platos tradicionales, como una tortilla de patatas clásica, con elaboraciones cuidadas, como la alcachofa frita con foie o el solomillo braseado. Todo se sirve en un entorno cuidado, con manteles blancos y vajilla clásica.
“Nos centramos en dar la comida de siempre, sin mayores complicaciones. Queremos recuperar los sabores tradicionales, como con nuestra torrija. Creemos que se están perdiendo, y nuestra labor es ofrecer al cliente precisamente eso”, afirma.
También busca reivindicar el origen de su cocina. “Ponemos especial énfasis en demostrar que se trata de comida navarra. Al igual que en Galicia u otras partes de España, nosotros también nos sentimos orgullosos de nuestra gastronomía, y creemos que es una de las mejores del país. Tenemos colocada una distinción en la puerta que lo acredita”, explica.
El apoyo de los navarros en Madrid ha sido una de las sorpresas más gratificantes. “La gente que viene a Madrid desde Navarra, para vivir o simplemente de vacaciones, se está acercando mucho y valora que haya un restaurante de comida navarra. Cuando abrió mi padre en Madrid, ya me dijo que era así, pero ahora que lo estoy viviendo en primera persona es todavía más impresionante. El apoyo de los navarros está siendo increíble”, reconoce.
El espacio del local reinterpreta la tradición con un diseño cálido y lleno de memoria estética. Lámparas en bola, rafia natural, mesas manteladas y materiales nobles recrean una atmósfera íntima y atemporal, alejada de las modas pasajeras.
“Queríamos volver a ese lugar donde se podía pasar el día entero, desde el desayuno con montados del norte, hasta la sobremesa con una tarta de queso de verdad, sin apellidos anglosajones. Un sitio donde te cruzas con el florista del barrio, el frutero o una pareja que se toma un vino en la barra”, describe.
Una de las grandes ventajas del local es que mantiene su cocina abierta de forma continua, desde primera hora de la mañana hasta la noche, ofreciendo en todo momento su amplia carta.
Con este nuevo local, Leticia Gil consolida su visión personal de la hostelería: sensibilidad, carácter y fidelidad al legado familiar. Su propuesta busca un equilibrio entre estética y autenticidad, con una cocina sin filtros.
“La idea con Gran Café Origen 1952 es que haya más de uno. Lo más importante, y más después de haber abierto hace poco, es ir paso a paso, pero con la acogida que está teniendo, creemos que puede ser una realidad”, concluye.