- lunes, 21 de abril de 2025
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Un mínimo análisis de las encuestas en varios periódicos de este domingo nos lleva a la conclusión de que Núñez Feijóo logrará la mayoría absoluta en Galicia y de que Urkullu podrá seguir gobernando en Euskadi con ayuda del PSE y quizá, sugiere algún sondeo, también necesite al PP.
Ayer, al terminar la segunda votación de la fallida investidura le pregunté a un importantísimo dirigente del Partido Popular y uno de los señalados como candidato a la sucesión, por qué Rajoy no daba un paso al lado, cedía el testigo y abría el melón sucesorio, facilitando así el desbloqueo institucional histórico que vive este país.
Pues nada: vaya usted preparándose para ir a votar el 18 de diciembre, que es probablemente el único punto en el que habrá un acuerdo político por unanimidad en los próximos meses: en forzar las normas para que, en lugar de ir -o no ir, que sería lo que muchos elegiríamos_ a las urnas el día de Navidad, hacerlo una semana antes.
Sabido es que los sondeos no se hacen, se encargan, y ahora parece que todos se encargan contra el PSOE, es decir, para contribuir a domeñar y torcer su razonable decisión de no entregar la gobernación de España al Partido Popular, el único partido que, no debe olvidarse, está imputado al socaire de uno de los innumerables casos de corrupción, el de los papeles de Bárcenas, que ha protagonizado.
Estoy un poco harto, la verdad, de ver las acreditadas piernas presidenciales subiendo y bajando la ruta da pedra e auga, algo que uno hizo tres años atrás, comprobando que hay que estar en bastante mejor forma de lo que uno está para trotar por la ruta de Ribadumia; o sea, que Rajoy está en forma o más que uno, al menos.
Increíble, pero cierto. Pedro Sánchez y Mariano Rajoy lograron mantener una reunión de casi una hora sin que el uno averiguase si el otro piensa someterse a una sesión de investidura y sin que el otro pudiese saber si el uno planea, si la investidura 'de las derechas' no sale, presentar un Gobierno alternativo 'de las izquierdas'.
Entre las muchas especulaciones nacidas de la falta de una información sólida sobre conversaciones 'reservadas', contactos 'lejos de la indiscreción de la prensa' y hasta posibles pactos 'subterráneos', proliferan, claro, los rumores y las hipótesis acerca de lo que vaya a ocurrir(nos) en el marco del desmadre político que vivimos.
Al día siguiente a las elecciones, en una tertulia de televisión, un colega se preguntaba en voz alta qué pasaría en este país si, en la próximas elecciones, desaparecieran todas las encuestas, si no hubiera sondeos ni pronósticos, si nadie se aventurara a decir por donde iban las cosas y cuál sería el veredicto de las urnas.