Era un día cualquiera de un viernes de octubre cuando al levantarme leí una noticia sobre las declaraciones de Hillary Clinton en un mitin en Winston-Salem junto a Michelle Obama. En ese momento, me di cuenta que una mujer podría llegar y según parecía así seria a ocupar la Casa Oval.
El caso Trump es la prueba fehaciente de que las personas son altamente sugestionables, que las minorías ilustradas prefieren callar a enfrentar a la agresiva marabunta de la corrección política y que otros muchísimos se suben a la ola con tal de conseguir un aplauso fácil, pero que es relativamente sencillo romper ese círculo vicioso.
Independientemente de los chistes fáciles que a cada uno de ustedes se les puedan ocurrir al leer este titular, lo cierto es que diseñadores norteamericanos de fama mundial como Donna Karan, Calvin Klein, Diane von Furstenberg, Michael Kors, o Marc Jacobs, entre otros muchos, ya han anunciado que no piensan encargarse de la vestimenta de Melania.
Una vez sabido que el nuevo presidente norteamericano, Donald Trump, no dará patadas al tablero, a pesar del agresivo populismo desplegado durante la campaña electoral, los directivos de las aproximadamente setecientas empresas españolas instaladas en los EE. UU., (ojo, las instaladas en aquel país, en aquel mercado interior, no confundir con las que exportan bienes o servicios, que son muchas más) han respirado más aliviadas.