• sábado, 26 de abril de 2025
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Opinión

La decisión de Pablo Iglesias de no participar en los actos institucionales del 12 de octubre refleja una actitud infantil que pone en entredicho la imagen de Podemos amén de la suya propia.

La romanización, impuesta por ejércitos muy superiores en tecnología y estrategia, sobrepasó todas las culturas y civilizaciones preexistentes, quedando algunos residuos casi imposibles de rescatar. Un genocidio silenciado por la unánime exaltación de todas las generaciones posteriores hacia el germen de la civilización occidental.

La Unión Europea no pierde el tiempo. Mientras en España aún estamos sin gobierno, nuestros socios parecen pasar y nos vuelven a pedir que cuadremos las cuentas públicas. 

Así que llega el 12 de Octubre los periódico se llenan de artículos -con reflexiones o invectivas- acerca del sentido que tiene ser español.

A mi no me gusta ni el fútbol ni los toros con lo cual, reconozco, que me es fácil polemizar, desde la distancia, con cualquier tema que tenga que ver con ambas cosas, pero esta semana han ocurrido varios hechos que merecen una reflexión. 

En el fondo y en la piel, a nada que se rasque aflora, lo que les pone de los nervios a podemitas, islas adyacentes y emboscamientos regionales varios, lo que les jode, vamos, y hablando en plata, es ser españoles de España.

El presidente de la Generalitat, Carles Puigdemont, y el líder de Podemos, Pablo M. Iglesias estuvieron encantados de verse y de intercambiar opiniones en su madrileño encuentro del lunes.

Anda en estos días el presidente de la gestora del PSOE, el asturiano Javier Fernández, intentando empezar a recomponer y a restañar los profundos desgarros que dejaron en las filas socialistas el bochornoso espectáculo protagonizado dentro y fuera del Comité Federal el pasado uno de octubre.

Decía André Gide que lo que se comprende en un abrir y cerrar de ojos no suele dejar huella. Tengo para mí que algo de eso está pasando con la "baraka" que parece tener Mariano Rajoy.

Tras conocer la noticia de que este curso lectivo la Policía Municipal de Zizur Mayor no iba a impartir los módulos de seguridad vial, los cuales durante años venia impartiendo en los Centros Educativos de la localidad, parte de la comunidad educativa mostró su malestar ante tan desafortunada decisión.

Supongo que decir que un Estado fuerte es aquel que se siente orgulloso de su bandera, de su Historia, de su himno, de su unidad, sonará como algo reaccionario en el seno del Consejo Ciudadano de Estado de Podemos, que este fin de semana celebró una 'cumbre' para, en el fondo, aparcar sus divergencias sobre lo que debe ser la izquierda, y si debe serlo con el PSOE o contra el PSOE.

Si las encuestas, tan desprestigiadas después de los fracasos de este larguísimo año electoral, aciertan, PP y Ciudadanos alcanzarían la mayoría absoluta el 18 de diciembre en las terceras elecciones.

La tensión entre el PSOE y el PCE -con sus más y sus menos- se reprodujo entre el PSOE e Izquierda Unida -a veces distantes, otras aliados- y sigue latiendo ahora entre el PSOE y Unidos Podemos.

Creíamos que después del numerito que vimos el fin de semana en Ferraz lo habíamos visto casi todo, si de esperpentos sea trata, pero mi abuela solía decir que "cuando lo hay malo lo hay peor" y así es.

Andy Warhol dijo a finales de los sesenta que en el futuro “todos seríamos mundialmente famosos durante 15 minutos”. Puede que el futuro al que se refería fuese hace 10 o 15 años, ahora, en este post-futuro basta con los 50 segundos de un video en whatsapp para conseguirlo.

Las minorías siempre suelen tirar de la sisa y, sin son minorías muy minorías, incluso puede que te dejen las mangas demasiado largas.

La crisis de la socialdemocracia europea comenzó con la caída del Muro de Berlín. Aquél 9 de noviembre se hizo añicos no solo el Muro que dividía Europa en dos bloques sino que comenzaba el principio del fin de las certidumbres del mundo que habíamos conocido hasta el momento.

Ha ocurrido en Colombia donde contra todo pronóstico ha ganado el "no" al proceso de paz; ocurrió en Gran Bretaña con el "brexit", en España el 20D, cuando la encuesta del CIS, la más fiable se supone, apostaba rotundamente por la victoria de Podemos frente a un PSOE debilitado, y puede ocurrir de nuevo si como parece se celebran nuevas elecciones en diciembre, de manera que cuidadín, cuidadín no sea que los deseos se conviertan en humo.

Escucho en una radio muy influyente a cierto profeta del desastre global, que algún día fue importante y a mí me sigue pareciendo entrañable en su despiste, 'acusándome', supongo que incluso con cierto cariño, de 'ir diciendo por ahí que el acuerdo (PP-PSOE) ya está hecho".

¿Se acuerdan del doctor House, ese tipo bien peculiar al que su equipo acudía cuando no sabían establecer diagnóstico ante un enfermo grave o complicado? Acudían a él con la certeza de que daría en la clave del asunto, que él sabría diagnosticar y, lo que suele ser más complicado, como tratar, como decírselo al enfermo.

¿Se lo imaginan? Un grupo de profesores, universitarios y de instituto, de divulgadores, ex políticos, escritores, académicos y hasta algún cantante, protestando airadamente por la emisión de un documental sobre historia antigua y exigiendo que no vuelva a ser emitido.

Si los encausados en los macroprocesos de las tarjetas negras de Caja Madrid y de la trama Gürtel asisten el escrutinio judicial de sus graves y presuntos delitos en diferentes salas, es, simplemente, porque todos no caben en una sola.

La política se complace en la ironía. Hemos asistido a la apertura de juicio de uno de los más nombrados casos de corrupción: el "caso Gürtel", en el día en el que se conmemora la implantación del calendario gregoriano (4 de octubre de l582), el hecho que dio pié a la legendaria historia de los "10 días que nunca existieron".

A lo peor me equivoco, pero es como una pesadilla ridícula hacer de la dimisión de Sánchez y de la crisis del PSOE un monotema dramático nacional, dejando a un lado el comienzo de la trágica verbena de juicios por los casos más sonados de la simpar corrupción del PP.

A raíz de la crisis del PSOE ha surgido una pregunta sin duda interesante y si me apuran crucial: ¿De quién es el PSOE? ¿Pertenece en exclusiva a sus militantes? ¿Es también de sus votantes?

Ayer domingo por la noche, escribo cuando puedo, estaba para cazadora. Todo va ocurriendo de una forma tranquila, disimulada, hasta que ya no hay remedio y tienes que volver a casa a por la chaquetica porque ya ha refrescado. ¿Cuándo se nos jodió el verano?
 

Pedro Sánchez ha perdido una batalla, pero no se rinde. Cree que todavía puede ganar la guerra. Está dispuesto a presentarse otra vez como candidato a la secretaría general así que la gestora fije fecha para celebrar el aplazado congreso y convoque elecciones primarias.

Ante una explicación razonada y vulgar sobre cualquier acontecimiento, y la teoría de una conspiración, resulta mucho más atractiva y novelesca la conspiración. Para vulgaridades ya está nuestra vida de ciudadanos de a pie.

En este país somos muy dados a encumbrar a los caídos de manera que no es extraño que haya ya quienes quieren elevar a la categoría de héroe o de mártir a Pedro Sánchez. Pero en mi opinión el ya ex secretario general del PSOE no es ni lo uno ni lo otro sino todo lo contrario.

Durante mucho tiempo se ha comprobado que las dos cuestiones que más castigaban a los partidos políticos por parte de los electores eran, por un lado, las divisiones internas, las peleas entre ellos, y por otro, la corrupción.

A la Gestora del PSOE surgida de la conspiración palaciega que derribó al secretario general no puede atormentarle la incertidumbre sobre qué puede, o debe, o le conviene al partido en la actual coyuntura.

Siete derrotas en las urnas después, históricas todas y en tiempo récord y tras dejar descuartizado y en demolición a su propio partido, 132 noes cesaron a Don NO. Porque lo de Ferraz fue cese en toda regla y nada tuvo de dimisión.

Nunca me gustó hacer leña del árbol caído, pero, en este caso, releo cuanto he escrito desde finales de 2015 y reconozco, no sé si con legítimo orgullo, con falsa modestia o con algo de aprensión, que he opinado multitud de veces que Pedro Sánchez, aquel fallido e imposible candidato a presidir el Gobierno de España, se estaba suicidando políticamente con su 'no, no, no' a cualquier acuerdo con el Partido Popular, en general, y con Mariano Rajoy, en particular.

Tras la dimisión de Pedro Sánchez, en un Comité Federal que lamentablemente pasará a la historia del partido, el PSOE no ha resuelto el problema que causó la crisis y sigue enfrentado a la gran cuestión inmediata de la política española: dejar que gobierne Rajoy, que es como dispararse un tiro en el pie, o dar paso a unas nuevas elecciones, que sería dispararse un tiro en la cabeza.

El 14 de septiembre de 1916 muere José Echegaray Eizaguirre. ¿Quién sabe lo qué hizo? Atascados en obsesiones históricas, utilizamos la memoria, olvidar o recordar, para alimentar el cainismo. He aquí una víctima de nuestra envidiosa idiosincrasia.

El escenario resulta, cuando menos, inquietante. Frente al Tribunal, una ingente bancada de personajes variopintos, claro ejemplo de la transversalidad con que las corrupciones y las corruptelas han aflorado en nuestra sociedad.

Osasuna bordó la primera parte con trabajo, presión y dos goles, el de Sergio León para enmarcar, pero a continuación entregó el balón al Las Palmas, renunció a la presión, comenzó a achicar balones, y lo pagó caro.

Si todavía queda un gramo de sensatez en algunos de los dirigentes del PSOE, en la reunión del comité federal no debería haber choque de trenes porque, si lo hay, el partido saltará en mil pedazos y no habrá forma de recomponerlo.

No es que el síndrome de la Guayana se haya apoderado del PSOE porque en aquel drama (noviembre de 1978) la decisión de los componentes de la secta fue unívoca.

La famosa obra de John Reed, referente a la revolución rusa de octubre de 1917, 'diez días que cambiaron el mundo', me viene al pelo para titular este comentario, que piensa, precisamente, en la 'revolución' que, necesariamente, vamos a vivir en las estructuras políticas españolas desde este sábado, comité federal del PSOE, hasta que, el día 31, acabe el plazo para lograr una investidura y haya que convocar elecciones.

Dice Josep Borrell que si procediera calificar como "golpe de Estado" la maniobra del sector crítico para forzar la dimisión de Pedro Sánchez habría que concluir que el "putsh" ha sido obra de un sargento chusquero.

Culpar de todo a Pedro Sánchez, abroncar a los críticos, mirar bien o mal a Susana Díaz, asistir atónitos a lo que está pasando en el PSOE, es, tal vez, quedarse en la anécdota, en la explosión sin más porque alguien tuvo que poner la dinamita antes para que ese gran edificio de casi siglo y medio se esté viniendo debajo de la noche a la mañana.

Susana Díaz dijo que “en el PSOE no hay bandos ni el partido es una banda”, pero la desbandada en la ejecutiva, en el enésimo espectáculo post-electoral de la temporada, se empeña en demostrar lo contrario.

Dando un repaso a toda la información de la que dispongo (que no es poca), desde que el asunto de escuelas infantiles salta a la palestra a lo largo del curso pasado, sólo me vienen dos palabras a la cabeza: mentira y arrogancia, por parte del cuatripartito.

Que diecisiete miembros de la Ejecutiva Federal hayan presentado su dimisión es un hecho insólito en la historia del PSOE. 

En la calle hay indignación general por el tema de las tarjetas black de Caja Madrid, ahora que acaba de iniciarse el juicio a 65 responsables de haberla utilizado con premeditación y alevosía, sin justificación alguna. 

El Congreso de los Diputados, con 209 votos a favor y frente a la negativa exclusiva del Partido Popular, decidió el martes pasado la creación de una comisión que investigue la actuación del ministro del Interior.

Observando la lucha cainita que devora al PSOE y las maniobras del sector crítico para defenestrar a Pedro Sánchez como panacea para solucionar la crisis que aqueja a este partido que últimamente cuenta las elecciones por derrotas me ha venido a la memoria una frase atribuida a Manuel Azaña. 

Miguel Ángel Flores, condenado a cuatro años de prisión por cinco delitos de homicidio por imprudencia en la tragedia del Madrid Arena, volverá a estar al frente de una discoteca.